viernes, 28 de mayo de 2010

Entreno mi cerebro – ¡positiva-mente!

La siguiente nota ha sido escrita para que la leas más de una vez, y en primera persona para que al leerla y releerla permee tus emociones y pensamientos, y de ahí se traslade al campo de la acción.

¡Soy lo que pienso! Como la piedra que arrojo a un estanque, que produce ondas que se derivan por el gran océano del pensamiento. La diferencia es que las ondas en el agua se mueven en todas direcciones en un solo plano; más las ondas del pensamiento se mueven desde un centro en todas direcciones y en todos los planos, como la energía que se genera en el núcleo de un átomo, o desde el centro del sol a todo nuestro sistema solar, y un poco más allá. Y así como estamos rodeados por un enorme mar de aire, estamos rodeados por el gran mar de la mente. Las olas de nuestros pensamientos se mueven en el vasto éter mental, extendiéndose en todas direcciones, disminuyendo paulatinamente su intensidad por la fricción creada por las olas que vienen a su contacto en el gran mar de La mente.

Estas ondas de pensamiento tienen otras cualidades que difieren de las ondas en el agua. Tienen la propiedad de reproducirse a sí mismas, por lo que nos recuerdan más a las ondas sonoras que a las líquidas, pues justo como la cantante de ópera que con la reverberación del sonido causa que el vidrio se rompa, vibraciones similares reverberan en las mentes que reciben esas frecuencias. Desde luego, mi mente recibirá la frecuencia de vibraciones para la que está sintonizada, de otra manera no establecerá contacto. Lo que quiere decir que si tengo grandes ideas y pensamientos elevados, mi mente adquiere un cierto registro que corresponde al carácter de los pensamientos que he tenido. Para entender mejor este concepto del registro, pienso en el canto. Cuando soy muy joven, mi voz de canto natural es más alto que cuando soy mayor. El sentido de esto es que tengo un panorama claro de que puedo establecer la frecuencia vibratoria de mi mente a una tasa de vibración mayor que a la que estoy acostumbrado.

Una vez haya establecido un nuevo registro, podré captar las vibraciones de mentes que vibren a esas mismas frecuencias, para bien y para mal, así que es momento de que recuerde aquello de que “atraes lo que piensas”.

Tendré cuidado con lo que pienso, pues lo estaré atrayendo, inconcientemente.

En gran medida soy lo que he pensado que soy, habiendo sido influido por la dirección de las actitudes y pensamientos de los que me han influido durante mi desarrollo, directamente por sugestiones verbales y por otras maneras indirectas, como las ondas de pensamiento –notando ahora que así como generalmente no soy concientes de las ondas que recibo, tampoco de las que genero-. En otras palabras, mi actitud mental determina lo que recibo y lo que dejo de recibir.

Cuando mantengo una fuerte y positiva actitud mental, de confianza y determinación, y creo en mí mismo al 100%, es muy poco probable que me vea influenciado por pensamientos negativos y adversos de desmotivación y de minusvalía. No por los míos y menos por los de terceros. Sucede que los pensamientos negativos, cuando alcanzan a una persona cuyo registro mental es bajo, profundizan el estado negativo de la persona y agregan combustible al fuego sin flama que consume su energía y actividad. Que pesado se siente cuando traigo una carga en mi vida…una carga que se siente tan pesada y fría que hasta me congela e inhibe mi vivir.

A propósito de congelamiento, las antiguos pueblos Nórdicos y Germanos usaban un alfabeto, que hoy entendemos como formado por jeroglíficos.

Las condiciones en que vivió esta gente eran miserables, con el amargo y largísimo invierno que traía hambre y muerte a aquellos que no se preparaban apartando alimento del que habían cosechado en el corto verano.

Pues uno de los símbolos de este alfabeto asemeja dos varas juntas que se friccionan para encender un fuego. Este jeroglífico se llama Nauthiz, el “jeroglífico de la necesidad”. La lección de este jeroglífico es que cuando los tiempos se ponen ríspidos, es mejor ponerse en movimiento y provocar que se den las cosas, de manera que ningún “congelamiento mental” me impida avanzar.

Cuando mi mente opera a lo largo de frecuencias positivas, me siento fuerte, boyante, brillante, alegre, confiado y lleno de energía, y soy capaz de de trabajar muy bien, de cumplir con mis intenciones, y de progresar en mi camino al éxito personal. Envío una fuerte corriente de pensamiento positive, capaz de influir en otros, lo que provoca que cooperen conmigo, o de seguir mi liderazgo.

Recuerdo, aquí y ahora, y siempre, que poseo el poder de elevar la frecuencia en que vibra mi mente, con el deseo y la imaginación. El deseo y la imaginación, enfocados positivamente, se mueven como la electricidad, siguiendo el camino de la menor resistencia, ágil y fluidamente. Solo tengo que hacer algo, darme cuanta conciente de que donde dirijo mi atención dirijo mi energía. Cuando he visualizado, escuchado y sentido cual es la meta que deseo alcanzar, dejo que mi mente inconciente haga el resto y me pongo a hacer otras cosas, y cuando vuelvo la vista, el resultado está ahí, es cuestión de estar abierto a las señales e interpretar correctamente las que me llevan a mi destino escogido.

Por eso elijo y acepto utilizar las afirmaciones, pues estas sirven a dos propósitos:

Establecer nuevas actitudes mentales dentro de mí, y elevar la frecuencia de vibración de mis pensamientos, para atraer las ondas de aquellos que están en los mismos planos elevados.

¿Quiero saber un grupo de frases realmente efectivas y poderosas para dar abundancia a mi vida? Simplemente repetiré el Padre Nuestro, frase por frase, conciente al significado profundo de su mensaje, aceptando sin cortapisas el amor que me es dado…sin tensión, sabiendo que tengo el mejor recurso que nadie puede tener, y al obtener el resultado anhelado, lo compartiré para que se multiplique…

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