sábado, 16 de febrero de 2013

Líder: ¿simpático o duro?


Cuando convoqué a la tercera reunión, al igual que a las dos anteriores, la gente llegó tarde y sin prepararse, entonces me planté y dije:

"Señores, no puedo aceptar esta conducta. Voy a posponer la reunión por dos días. La próxima vez vengan ustedes a la hora debida y bien preparados o las consecuencias serán desagradables".

Sin duda alguna, el liderazgo requiere cierta dureza... en ocasiones. Es preciso saber cuando mostrarse firme (por ejemplo haciendo notar a alguien sin rodeos los errores cometidos en su tarea) y cuándo utilizar maneras más indirectas de guiar e influir.


El liderazgo requiere tomar decisiones duras: alguien debe indicar a los demás qué deben hacer, obligarlos a cumplir con sus responsabilidades y ser explícito en cuanto a las consecuencias. No siempre basta con la persuasión, la búsqueda de consenso y otras artes de influencia. A veces, se necesita simplemente utilizar el poder que nos da el cargo para que alguien actúe.

Una falla común de los líderes, desde supervisores hasta altos ejecutivos, es no saber mostrarse firmes cuando es necesario. Uno de los obstáculos para lograr esa firmeza es la pasividad, como suele suceder cuando alguien se preocupa más por caer simpático que por obtener una tarea bien hecha, por lo cual tolera un mal desempeño en vez de hacerlo notar. Las personas que se sienten muy incómodas con la confrontación o el enojo, se resisten a tomar una postura firme cuando hace falta.

La incompetencia en este punto, puede aflorar en algo tan común como no atinar a tomar las riendas en una reunión, permitiendo que se vaya por las ramas en lugar de encaminarla directamente a los temas principales del orden del día. Otra deficiencia en este aspecto, es la imposibilidad de expresarse con claridad y firmeza. Como resultado, los trabajadores no saben qué se espera de ellos.

Una de las características del líder firme es la capacidad de decir no con decisión. Otra, es fijar altas expectativas en cuanto al rendimiento o la calidad e insistir en que se las satisfaga, aunque para esto haga falta monitorear publicamente el desempeño.

Cuando la gente no cumple, la misión del líder es brindar una útil crítica constructiva, en vez de permitir que el momento (y el error) pasen inadvertidos. Y cuando alguien se desempeña siempre de modo deficiente, pese a la crítica constructiva y a los intentos de perfeccionarlo, es preciso confrontar directamente el error.

... o las consecuencias serán desagradables.

No hablamos de un tirano ni de un matón de oficina. Esta es una estrategia que entra en juego sólo cuando los recursos menos severos han fallado. Si el tono descrito tipifica el estilo habitual del gerente, algo está fallando en sus aptitudes para lograr afinidad e influir sobre su gente. En otras palabras: La dureza constante no es señal de liderazgo firme, sino de debilidad.

La glorificación de líderes autoritarios, arrogantes y presuntuosos pasa por alto el costo que esto tiene contra la organización. Es cierto que las decisiones difíciles requieren cierta firmeza, pero si se las aplica con excesiva inexorabilidad, el jefe que lo haga terminará siendo odiado y será un fracaso como líder.

Señores, no puedo aceptar esta conducta.

Una de las características del líder maduro, es la capacidad de mantener bajo control el deseo no disimulado de poder. Sobre todo en las grandes organizaciones, los gerentes que combinan el autodominio con la capacidad de causar un alto impacto ascienden con el correr del tiempo, mientras otros naufragan, capaces de causar un alto impacto, pero faltos de autodominio básico. En los gerentes y ejecutivos de mejor desempeño, un fuerte autocontrol domina los impulsos de ambición personal y los apuntan hacia las metas colectivas.

Lider: ¿simpático o duro?

Respuesta: Equilibrado y con gran autodominio

Palabras claves: estilo gerencial, firmeza, jefe, supervisión, desempeño, clarificación de expectativas, fuerza, fortaleza, estilo de comunicación, dominio personal

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