miércoles, 2 de junio de 2010

VACIO VS. TURBIDEZ

¿Vacío

VACIO VS. TURBIDEZ

Cuando nos sentimos agotados y necesitamos "desestresarnos", buscamos librarnos de nuestras preocupaciones, angustias y responsabilidades... en cierta forma, dejar la mente "en blanco". Para lograrlo, solemos pensar en hacer cosas que nos permitan "vaciarnos" y -así- alcanzar un estado de frescura, paz y tranquilidad. Muchas personas llaman a esto "renovación". Pero renovarse poco tiene que ver con "vaciarse".

Imaginemos que sentimos ganas de refrescarnos en una piscina...
Si la piscina está llena de agua, pero de un agua sucia y oscura, no nos motivará nadar en ella. Nadar en agua turbia no es una experiencia agradable: nos provoca repugnancia y miedo. Al no poder ver, tememos lastimarnos, chocar contra los bordes, o ser picados por un insecto.

Por otro lado, si decidimos vaciar la piscina para limpiarla, tampoco podremos nadar en ella. Tan sólo podremos caminar por su fondo, pero eso no tendría mucho sentido. Definitivamente, no nos zambulliríamos en una piscina vacía.

En cambio, si -a través de algún sistema- "purificamos" el agua de la piscina y la dejamos limpia y cristalina, nos sentiremos tentados a zambullirnos en ella y nadar, sabiendo que -seguramente- viviremos una experiencia refrescante, relajante y estimulante. Sentiremos ganas de abrir los ojos bajo el agua para contemplar el fondo, los rayos de sol colándose por la superficie, el reflejo de las nubes, etc...

Nuestra mente se parece mucho a una piscina: normalmente está llena de contenidos (pensamientos, compromisos, metas, proyectos, ideas, estados emocionales, etc...), que con el tiempo se van enturbiando. Esta turbidez nos estresa, agota y desmotiva. Para sentirnos bien, necesitamos eliminar esa turbidez.

Pero -al igual que ocurre con el agua de una piscina- el vacío no es la forma de eliminar la turbidez: para permitirnos alcanzar un estado de bienestar, nuestra mente debe estar clara... no vacía. Vaciarla es prácticamente imposible para una persona normal, porque la mente siempre piensa y absorbe información del entorno, es decir, "se llena". Esa es su razón de ser. Si nos esforzamos por vaciar la mente, lo único que lograremos es que ella se resista y termine creando más pensamientos. Por lo tanto, cuando pensamos en renovarnos, no deberíamos tener como finalidad alcanzar un estado de vacío mental, sino uno de claridad mental.

Es cierto que -cuando estamos estresados- nos sentimos "saturados" y queremos "despejar" nuestra mente. Pero para "hacer espacio" en ella no es necesario vaciarla de contenido, sino clarificar aquello que contiene. Para recuperar energía, necesitamos que nuestra mente esté lo suficientemente clara, como para poder ver aquello que necesitamos ver: reflexionar sobre nuestros proyectos, valores, prioridades, emociones, deseos y necesidades.

Al contrario del vacío que es ausencia, la claridad es una presencia reflexiva y atenta, bajo la cual podemos entender qué sucede en nuestro interior y qué cambios necesitamos impulsar para estar mejor.

Los ejercicios de renovación efectivos nos ayudan a mantener la mente fértil y perceptiva, no "nula". No anulan su contenido, sino que modifican la experiencia de ese contenido, volviéndola más reflexiva y calma. Las prácticas introspectivas -como la relajación, la meditación, o la oración- no se centran tanto en aquello que pensamos, sino en el estado de nuestra mente cuando pensamos. Las mismas procuran sumergirnos en un estado diáfano, creativo y esclarecedor.

El vacío es un estado indeseable, en casi todas sus formas: nadie desea tener su cuenta bancaria vacía, el tanque de combustible vacío, sentirse "vacío" por alguna crisis emocional, o ser visto como una persona "vacía" por su frivolidad y superficialidad. En cambio, la claridad es un estado altamente positivo y deseable, que se asocia con la sinceridad, la naturalidad, la pureza, la lucidez y la precisión.

Si siente que su mente está "turbia" y desea renovarse efectivamente, no aspire al vacío... busque la claridad!

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