jueves, 21 de octubre de 2010

El deber de una sociedad

Hace tan solo unos días un periódico de circulación nacional publicó un artículo dónde las autoridades federales apuntan hacia la familia como el responsable de que tantos jóvenes y niños estén delinquiendo, y animan a los padres de familia a que se preparen para realizar su labor formativa con entusiasmo y amor.
Resulta a veces cómodo etiquetar a jóvenes y niños como “malos estudiantes”, “niños problemas”, “niños agresivos y malhumorados”, “llorones y delicados”, cuando quizá estas señales sean más bien indicativas de un desorden del sistema nervioso tan de moda conocido como Déficit de Atención.
La atmósfera familiar en la cual un niño pasa sus primeros años de formación tiene un grandísimo impacto en el desarrollo cerebral del pequeño.  Esto significa también que un cuidador disponible y consistentemente amoroso es una necesidad fundamental en el infante.
Al privarlo de la presencia de su madre el niño desarrolla niveles de estrés que afectan su sistema nervioso volviéndolo proclive a padecer déficit de atención y un sinnúmero de alergias. Esto es una señal de alerta que no podemos pasar por alto pues un estudio realizado en 1998 en Suiza ha demostrado que el Déficit de Atención es un desorden comunmente encontrado entre los internos de las prisiones.
Ojalá que como sociedad aprendamos a pensar en que ser padre no significa solamente resolver las necesidades materiales de nuestros hijos y empecemos a darles -sin importar la edad que ahora tengan- un hogar dónde la paz, la comprensión y la solidaridad sean cosa de todos los días.  Ojalá que tomemos conciencia y empecemos a actuar.

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