martes, 11 de enero de 2011

NO SEAMOS TAN CRUELES

Para muchas personas luce normal tener patrones ideales de conducta en la mente, ideales de comportamiento que según esos conceptos permitirían a las personas vivir mejor, e incluso, vivir como se debiera.

Tan bien es muy normal ver que cuando hay discrepancias entre la forma en que actúan las personas y el comportamiento ideal que muchos guardan en su mente sobre cómo “debieran” comportarse se incomoden y disgusten. Esto es aun, más común de lo que parece.

En ese sentido hay una cantidad muy significativa de personas que ese tipo de contradicciones afectan su paz y su tranquilidad interior porque los demás no se comportan “como debieran”.

Sale entonces de esas almas inquietas el espíritu de corrección que manifestado en palabras pretenden encaminar a los otros por el “buen camino”, sí, el buen camino que ellos sugieren, y que es autoría de ellos. Incluso llegan a tomar esa actitud como su “Filosofía de Vida”, es decir, “Cambiar el Mundo”, a las personas y su mundo, su modo de vivir.

Y en ese caminar tras una quijotesca labor se puede sumar a la pérdida de la paz, de la tranquilidad, la aparición de la frustración una emoción negativa y que se manifiesta a veces con lágrimas, rabietas y mucho, mucho desencanto.

No es para menos. Ante la increíble faena de pretender cambiar a los demás se tendrán que enfrentar ante una serie de desconciertos resultado de un mundo de personas que incluso les dan la razón, pero aun así no cambian, es decir, las personas siguen su camino conductual a pesar de los esfuerzos salvadores de corrección de conducta.

Claro que también existe la otra cara de la moneda de algunos que saben “Cómo Debieran” comportarse el resto. En ese grupo que quieren cambiar al resto según sus preceptos salvadores encontramos a muchos que proclaman la necesidad de hacer deporte y no lo hacen, otros vociferan sobre la necesidad de estudiar y ser autodidactas, otros insisten en la importancia de mantenerse tranquilos y ser dueños de sus emociones y unos más, muchos más, hacen énfasis en lo fundamental de una vida correcta, para después venir a darnos cuenta con sorpresa que un increíble número de individuos de estos no estudian, ni son autodidactas, pierden el control de sus emociones, estallan con frecuencia, hieren por sus emociones desmedidas, y otros para nada llevan una vida correcta.

¡Qué frustración para aquellos que han adoptado como causa suya cambiar el mundo, el mundo de las personas, Verse a sí mismos, en el espejo de la conciencia, el espejo que no miente y notar que ni ellos mismos cumplen con las sentencias que imponen en los demás!

Estas personas que sufren por ver como muchos en su concepto van a vivir una vida pobre por sus estilos de comportamiento son así porque en mi opinión tienden a ver el mundo a blanco y negro.

Difícilmente veremos a un ser humano siempre correcto, siempre recto en sus cosas, siempre amable, siempre diez. Si miramos la línea “recta” de la vida de un ser humano veríamos una línea zigzagueante y no se podría medir con la rectitud de una regla. Podríamos entender y aceptar que las personas son “generalmente” buenas y otras “generalmente” lo contrario.

Y aunque se encuentre gente “generalmente” buena viviendo bien su vida, igual sus estilos de obrar chocarán con esos idealistas fantasiosos que tienen en su cabeza “la última palabra” de cómo actuar correctamente, es decir, aunque las personas actúen bien, para ellos siempre lo harán mal, o encontrarán algo que no anda bien, para ellos por muy bien que alguien se comporte siempre lo harán mal, si no lo hacen como ellos “los salvadores del mundo” dicen.

Nadie es 100% bueno o 100% malo, pero para aquellos que tienen en su mente el patrón de conducta ideal, por muy bueno que alguien sea, si su manera de actuar no coincide con los ideales de comportamiento del “salvador”, nada que hacer.

Llegan a ser crueles. En su intrincado y complicado mundo, tienen un mapa de perfección que exigen a quienes tienen cerca de que lo sigan tal y como ellos lo dibujan. Una vida insufrible para quien acepta este tipo de comportamientos inmaduros e incluso para ellos mismos, porque han concedido su realización al cumplimiento lineal de sus dictámenes.

Cuenta un relato, quizás verdad o ficción, no lo sé pero que viene al caso, que una ves se hizo un concurso de imitadores de Chaplin, ese famosísimo cómico del cine mudo del siglo XX. Tan importante resultó ser ese concurso que el mismo Chaplin se presentó con sus atuendos y ademanes característicos del personaje que representaba y que lo hizo tan famoso. Al igual que él, muchos más se presentaron ante el curioso evento. Todos con sus atuendos, atuendos característicos de ese famoso actor de la pantalla grande, que hacía muy vistoso las audiencias para ganar ese certamen. Y entre ellos, el original Charles Chaplin esperando su turno para concursar.

Lo que me llamó la atención es que quienes conformaban el jurado le dieron al propio Chaplin el puesto octavo porque no cumplía con los requisitos para ser como el verdadero. ¡Por favor! Ahora resultó que el mismísimo Charles Chaplin no tenía la altura suficiente de ser como el aclamado actor CHARLES CHAPLIN.

No resulte más papista que el mismo Papa. No repita el error que criticó Jesús ante los fariseos, “Terminan Colocando Cargas tan Pesadas para Llevar que ni ellos Mismos Podrían Cargar”.

Gandhi decía que “primero fuéramos nosotros lo que pretendíamos que fuera el mundo después” y esa es una sugestiva sugerencia, ser precisamente en la vida propia primero lo que se pretende que sean los demás. Primero tú y luego los demás, ¡si quieren!

Se el modelo a imitar si es que alguien quiere uno, conviértete en esa persona que deseas que los demás lleguen a ser y luego guarda silencio. Que tu forma de vivir sea el ejemplo que calla a las palabras.

Y a aquellos que le hacen la vida difícil a otros con esquemas de perfección que a propósito de perfectos tienen más bien poco, que se la pasan encontrando cuanto punto negro hay y sino lo inventan, aliviane su carga. El camino a la salvación es un camino hecho de manera individualizada, hecho para que quepa cada quien y no cada otro. Cada quien necesita caminar sus propios caminos, y aunque las sugerencias sean valederas, meterse en los caminos ajenos es a veces muy molesto. Incluso a veces, es necesario que caigamos para comprender, aunque pudiéramos evitarlo, hay cosas que es mejor vivirlas.

¡NO CRITIQUE, APLIQUE! No se convierta en uno de esos “sabios” vacíos que sabe mucho sobre cómo vivir, pero que no vive.

Sea luz y luego cierra la boca. Deja que tu ejemplo hable por ti.

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