Pensamientos de inseguridad y temor, por ejemplo, provocan que la persona sea insegura y temerosa. Por el contrario, pensamientos de confianza y seguridad en sí mismo, conducen a una persona a desempeñarse con más éxito en la vida.
El gran agente purificador
Finalmente, recordemos el gran agente purificador: el perdón. El perdón es la máxima expresión de amor. Significa que aceptamos al otro, más que tolerarlo. Lo aceptamos con sus fortalezas y debilidades. Podemos no estar de acuerdo con sus ideas y modo de actuar, pero lo aceptamos. Dejamos de pretender que el otro sea como nosotros queremos que sea.
El perdón libera de mantenerse estancado en progreso y felicidad. Si se tiene rencor a alguien, se encadena a esa persona y el rencoroso se vuelve mas desdichado que la persona no perdonada.
Naturalmente, para aprender a perdonar a los demás, en primer lugar, hay que perdonarse a sí mismo. Acepta tus errores del pasado, aprende de ellos y ahora, que eres una persona diferente y un poco más sabia, comprométete a intentar no repetir los mismos errores.
Imagina lo feliz que será tu vida eliminando para siempre los sentimientos de venganza, ira, rencor o represalia. Perdonar y perdonarte es una liberación y una purificación. Te conduce a una vida más luminosa, a poseer una bioenergía mas sana.
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