jueves, 25 de junio de 2009

David Axelrod: Asesor del presidente Obama

Sigue tu instinto.
Gary Hart, ex candidato presidencial de Colorado, me dio este consejo entre cervezas en el Club Quadrngle de la Universidad de Chicago en 1987, donde acababa de dar un discurso. Dijo que Washington es una gran cámara de eco de sabiduría convencional que rebotaba por todos lados. Me dijo: "Washington siempre es la última en enterarse". Al momento no le di mucha importancia a las palabras, pero se quedaron conmigo y me ayudaron en la campaña de Obama. Muchas veces la sabiduría convencional de Washington nos corregía e insistía en que estábamos cometiendo errores suicidas.

Cuestionaron nuestro enfoque en Iowa, diciendo que necesitábamos llevar una campaña nacional. De julio a noviembre de 2007, la sabiduría convencional insistió en que ya habíamos perdido nuestra oportunidad. Hillary Clinton tenía una ventaja de 30 puntos pero pensamos que si ganábamos en Iowa podríamos permanecer en la carrera, y Washington nos atacó diciéndonos que íbamos a perder. En la primavera de 2008 dijeron que era una locura querer eliminar el impuesto de la gasolina mientras nuestros oponentes lo proponían como una forma de alivianar los altos precios. La gente pensó que estábamos cometiendo un error crítico, pero pensamos que nuestra propuesta era honesta y que la gente reconocería una trampa si la hubiera. El intercambio de estos asuntos nos impulsó para que tuviéramos una postura fuerte en Carolina del Norte e Indiana. La tercera vez que ignoramos a Washington fue cuando eligieron a Sarah Palin, pues era el golpe maestro de McCain. Obama dijo que le tomó cinco meses acostumbrarse a ser candidato, así que yo supe que sería difícil hacer esos ajustes en tres semanas.
Cuando era periodista político, el periódico me quiso mandar a Washington y yo me negué. En 1998, cuando inició la historia de Mónica Lewinsky y colegas reporteros dijeron que Clinton renunciaría, fui a Manny's Deli en Chicago, donde había una señora mayor, de unos 68 años, que trabajaba como cajera para pagar las cuentas y dijo: "Este Clinton parece que nos quiere ayudar, así que por qué no lo dejan en paz". Le llamé a mis colegas periodistas y les dije que debían venir a Manny's.

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