sábado, 19 de mayo de 2012

Otra Regla para el éxito.


Uno logrará su gran sueño, un día a la vez, así es que hay que fijar metas para cada día -no proyectos largos y difíciles, sino tareas que lo llevarán a uno, paso a paso, hacia su arcoiris. Debe anotarlas, si así le parece, pero hay que limitar la lista de manera que no se tengan que arrastrar las cuestiones inconclusas de hoy hacia el mañana. Hay que recordar que uno no puede construir su pirámide en veinticuatro horas. Hay que ser paciente. 
Nunca debe dejar que su día esté tan lleno de actividades que se descuide la meta más importante -hacer lo mejor que pueda, disfrutar este día y mantenerse satisfecho con lo que ha logrado.
Fijar metas es fácil. Al igual que ocurre con las resoluciones de Año Nuevo, cualquiera de nosotros puede hacer una larga lista de las cosas que espera lograr en el futuro.... pero luego seguimos viviendo exactamente como el pasado.
Abordemos una vez más ese proyecto elusivo pero necesario, y permítame que le ayude, amigo lector. Primero, una advertencia. Cualquier meta que lo obligue a trabajar día tras día y año tras año, durante tanto tiempo y con tanto esfuerzo que nunca tenga tiempo para usted mismo ni para sus seres queridos, no es una meta sino una condena... una condena a toda una vida de infelicidad, no importa cuánta riqueza y éxito logre. 

A menudo se nos dice que la "vida es un viaje". Los supuestos expertos en la motivación utilizan la expresión incesantemente, las solapas de los libros la proclaman y uno la puede oír en una gran cantidad de cintas: "la vida es un viaje" Suena tan elocuente que debería ser cierta. Esta gran sabiduría debería ir acompañada, por lo menos, de música de órgano. Lo que esa expresión boba nos está diciendo es que uno debe combatir, luchar y trabajar horas interminables para alcanzar la primera meseta del éxito. Pero, un momento, eso no es suficiente. La vida es un viaje. Así que tome aliento, pídale a sus seres queridos que se hagan a un lado y continúe afanándose y luchando, días y noches, hasta que en algún momento llegue a su segunda meseta. ¡Fabuloso! ¿Que si ahora puede descansar? ¡Qué lástima! Es un viaje, amigo mío, así que tome alimento y siga luchando y sudando y agonizando hasta que llegue a la siguiente meseta y luego a la siguiente. Y luego, un día...
El éxito no es un viaje. Este día, al igual que todos los demás, es un don especial de Dios. Uno debe fijarse metas de modo que cumpla su potencial para el día, incluso corriendo ese kilómetro adicional, pero hay que dejar que algunas de esas metas le den a uno gozo, sonrisas y paz. Y uno debe planear esas metas diarias de tal manera que no sean sino pasos a lo largo del camino hacia los grandes sueños que uno guarda secretamente en su corazón. Hay que darse todas las oportunidades de triunfar, y si se fracasa, que haya sido después de intentar el triunfo.
Todos estamos atrapados en el remolino del cambio, como nos lo advirtió Schopenhauer, donde la persona, si quiere por lo menos mantenerse erguida, debe siempre avanzar y moverse, como un acróbata en la cuerda floja. Hay una mejor manera de vivir.
Og Mandino

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