En el año 2003, el Presidente de Estados Unidos, George Bush, realizó una misión ultra secreta. ¿En qué consistió? ¿Qué puede aprender un líder ejecutivo de ella? ¿Cómo llevar a la vida real este aprendizaje? Descúbrelo leyendo este artículo.
La administración del presidente George Bush ha sido muy polémica y en el fondo este artículo no busca evaluar sus resultados ni si la guerra en el medio oriente se realizó bajo su mandato siguiendo los lineamientos éticos o no, (si es que éstos existen en una guerra) sino simplemente rescatar un hecho qué él llevó a cabo y del cual pueden aprender todos los líderes del mundo.
En el año 2003, el Presidente Bush decidió realizar la cena de Acción de Gracias con las tropas que estaban en Oriente Medio en combate. El destino final: Irak.
Creo que todos podemos entender el alto riesgo que significó esta misión. Si el enemigo se enteraba que nada más y nada menos el Presidente Bush estaba en su territorio, se habría desatado una batalla por su cabeza sin precedentes. ¿Cómo hacer llegar el Air Force One (el avión presidencial) hasta un territorio plagado de enemigos sin que éste se diera cuenta?
No voy a describir aquí la maniobra altamente estratégica y secreta que se llevó a cabo para realizar la hazaña y hacer llegar un avión de gran magnitud a Irak sin que los mismos controladores aéreos locales lo supieran.
Pero lo que sí quiero enfatizar es lo que el hecho comunicó a las tropas: que su líder era capaz de poner en riesgo su vida por felicitarles personalmente, que reconocía el trabajo que estaban haciendo y que era capaz de colocarse en su nivel para convivir con ellos.
El apoyo moral que les brindó con este acto no tuvo precedentes. La Casa Blanca conserva fotos de este gran día en donde el presidente Bush “desapareció” por 48 horas y los únicos que sabían dónde estaba era su propia tripulación aérea, pues fue una misión ultra secreta. Hasta los mismos combatientes quedaron altamente sorprendidos pues ni ellos mismos esperaban esta visita.
¿Qué es lo que se puede aprender de esta historia? Aquí el mensaje clave es entender el impacto que un líder puede tener en la moral y la motivación de un equipo de trabajo. Un solo acto puede decir mucho más que un bonito discurso.
A veces los ejecutivos acuden a seminarios de capacitación buscando el ingrediente mágico que les permitirá posicionarse como verdaderas fuerzas motivacionales, creyendo ingenuamente, que es algo que se logra de la noche a la mañana.
En realidad, es algo que se va conquistando día a día.
Si quieres llevar a cabo una “hazaña” de esta naturaleza en tu equipo de trabajo, puedes hacer cosas equivalentes a esta misión secreta del Presidente Bush, afortunadamente sin que pongas en riesgo tu vida.
Algunas sencillas cosas que te ayudarán son:
- Si la empresa en donde estás tiene comedor, cuando menos una vez a la semana siéntate a la mesa con tu gente y departe una buena comida con ellos.
- De vez en cuando, en vez de llamar a uno de tus colaboradores a tu oficina para encargarle alguna tarea o revisar con él ó ella un reporte, acércate tú mismo a su escritorio y siéntate en la silla de visitantes y desde ahí trata el tema que requieras.
- Si algún pariente significativo para tus colaboradores (pareja o hijos) se encuentra en un hospital, haz una visita de cortesía.
- Si alguno de tus colaboradores te invita al bautizo, quince años o cualquier otra festividad importante, asiste. Algunos ejecutivos temen que participar en este tipo de convivios les reste autoridad y relaje la disciplina. Al contrario, puedes ganar mucha autoridad moral con esto. Si tu liderazgo es firme, la relación no demeritará, sino tu influencia se fortalecerá.
Se creativo. Existen muchas oportunidades a lo largo del día para comunicar a tu gente que los entiendes, que no estás en una élite superior y para que les brindes apoyo moral.
Esto hará que provoques alrededor de ti un clima de mayor armonía e influencia sobre tu equipo.
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