viernes, 13 de enero de 2012

¡Quiérase Más!

El sentimiento de culpa, la rutina, una falsa omnipotencia son algunos de los saboteadores del amor a uno mismo. Cada una de las situaciones que más le desvalorizan tiene su antídoto.
Las recomendaciones dicen más o menos lo mismo: “para mejorar su autoestima debe cambiar los mensajes y pensamientos negativos y críticos por otros positivos y complacientes que le hablen mejor de sí mismo y le ayuden a tratarse con más mimo, y emprender acciones, cambios y actividades “por y para usted”, que le hagan relacionarse consigo mismo con afecto y respeto.
Son ayudas e ideas útiles, pero su carácter demasiado general conspira a veces contra su aplicación en la vida diaria, porque no permite saber cuándo y cómo aplicarlas o cuál es la mejor para cada caso, y obligan a permanecer en una constante y agotadora observación de lo que pensamos, hacemos y decimos. Al ser “buenas para todo” terminan siendo “buenas para nada”.
La autoestima es el sentimiento de aceptación y amor hacia uno mismo, que va unido al sentimiento de competencia y valía personal. También puede definirse como la idea que una persona tiene de sí.
Es el núcleo central de la personalidad y determina la conducta, es el
“motor” que nos impulsa a seguir adelante y nos motiva a conseguir lo que nos proponemos. Es un sentimiento positivo, generador de confianza y entusiasmo, que contribuye a la realización, felicidad y éxito personal y social de todo individuo.
Una vida a medias
Estas personas ensalzan las virtudes ajenas y perdonan a los demás los errores y defectos, pero son injustas, crueles y exigentes consigo mismas, lo cual produce una amargura que conduce a la depresión. Las energías de la persona no funcionan aliadas para demostrar sus aptitudes, porque una parte de su conciencia funciona como enemigo interior. Quien se considera indigno de cariño y sin cualidades se siente culpable, con inseguridad y vergüenza y mira su entorno con pesimismo.
Para aprender a quererse más, en lugar de recetar métodos “todoterreno”, la nueva sicología de autoayuda propone tácticas y estrategias ajustadas a cada una de las situaciones relacionadas con la baja autoestima, más fáciles de aplicar y cuyos resultados pueden valorarse mejor.
1. Insatisfacción vital: “Lo que hago no me apetece”. Muchas personas se sienten poco realizadas con las actividades que desempeñan. Para cultivar el sentido de “autoeficacia”, hay que reconocer las propias cualidades que permiten sentirse bien con uno mismo al ponerlas en práctica.
Piense y anote diez actividades por las cuales haya obtenido reconocimiento y reflexione sobre ellas, una por una. Pregúntese si le fueron satisfactorias, y si le resulta fácil desarrollarlas y consigue buenos resultados con ellas. Cuando detecte una cualidad practíquela: el rendimiento que obtenga le motivará a seguir adelante.

2. Sentimiento de culpa: “La responsabilidad me agobia”. Hacerse cargo de todo lo malo, desagradable o doloroso que sucede en su entorno es uno de los peores maltratos sicológicos. Si tiende a autoinculparse, debería de dejar de mirarse y ampliar su perspectiva. Así podrá sopesar la influencia de otras causas y protagonistas en los hechos y ser más equitativo en el reparto de las responsabilidades. Verá que su papel no es tan importante como suponía y su capacidad de equivocarse no es el único factor que influye en los acontecimientos.
3. Falsa omnipotencia: “Puedo, quiero y debo hacer todo”. Abarcar más de lo que se puede, y por lo tanto no cumplir con las metas, es una de las formas más seguras de desvalorizarse. ¿Cuida de los demás antes que de usted, y está siempre dispuesto a atender los deseos de quienes le rodean sin importar su tiempo y esfuerzo? Este afán servicial hace que su vida se quede sin deseos e ilusiones, y cuando nadie requiera sus servicios, descubrirá el desierto interior que ha cultivado y sentirá rencor hacia los “desagradecidos”. Dese un espacio en el que surjan y se manifiesten sus propios deseos y necesidades.
4. Olvido de uno mismo: “Siempre me dejo llevar”. Al no expresar una
opinión, argumento o criterio propios, permitiendo que elijan y decidan los demás, algunas personas se vuelven transparentes”.
Debe arriesgarse a opinar y también a equivocarse, porque el precio de
anular sus propios pensamientos es demasiado alto.
5. Complejo físico: “No me gusto al verme en el espejo” Olvídese de los
modelos que se impone y le impiden disfrutar de lo que realmente es y
comience a descubrir todas sus cualidades. Todo lo que forma parte de usted, su aspecto y manera de ser, en su conjunto es lo que le hace atractivo.
Aproveche todos sus recursos físicos y apunte a mejorar: hacer deporte, cuidar de su imagen, elegir ropas que le favorezcan, resaltar sus facciones más bonitas o cambiar su corte de pelo.
6. Vida y ocio rutinarios: “Todos mis días son iguales”. Si cree que no vive ni se divierte como quisiera, propóngase hacer cada día algo sólo por el placer de hacerlo. Ese momento puede convertirse en un ritual, respetado y practicado con tranquilidad, como una forma de “culto a sí mismo”.
Por ejemplo, dormir una breve siesta, dejar de usar el ascensor, ir andando a todas partes, mejorar las costumbres alimenticias, respirar de forma consciente.
7. Relaciones sin calidad: “Mis amistades no me llenan”. La solución
consiste en crearse una red de amistades formadas por personas que
demuestran aceptarnos tal como somos. Seleccionar las propias compañías es un ejercicio que muestra respeto por uno mismo. Conviene empezar a ver las relaciones de manera más equilibrada: la gente no tiene por qué caerle bien o mal, hay un término medio.
8. Falta de aceptación: “Detesto mi forma de ser”. A veces la baja
autoestima se expresa como una sensación vaga de malestar con uno mismo. Piense que hay millones de personas que serían felices en su lugar, viva con plenitud y disfrute de lo que es y tiene, sin compararse.
9. Incapacidad intelectual: “Tengo pocas luces. . .” Nada le impide
desarrollarse. La lectura es una buena forma de adquirir cultura: pida a un amigo que le recomiende un libro entretenido, corto y fácil de leer; poco a poco abrirá su mente a otras lecturas. Además, hay una gran variedad de cursos y estudios medios, que pueden ayudarle.
Pero sobre todo, cambie de actitud: toda la energía que invierte en decirse “soy incapaz” póngala a su favor.

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