miércoles, 28 de marzo de 2012

Tiempo para sembrar, tiempo para germinar.

Cuando sembramos semillas, a veces quisiéramos verlas nacer apenas caen en la tierra, pero en la naturaleza todo tiene su tiempo: tiempo para sembrar, tiempo para germinar, tiempo para crecer, tiempo para cosechar.

Hay semillas que nacen en forma rápida, pero la planta resultante es frágil y de vida poco duradera, mientras hay otras que son mucho mas lentas al nacer (pueden tardar muchos años) pero después viven por mucho más tiempo, incluso siglos, y llegan a ser frondosos árboles que dan sombra a quien se les arrima y pueden resistir los embates del tiempo y de las tormentas.

El esfuerzo de cada instante en tu trabajo, en las labores del hogar o en la educación de vuestros hijos, es como sembrar semillas. Aunque la colaboración no haya sido agradecida, no se tenga oportunidad de aplicar algo que se estudió, o cada consejo que se da parezca como predicar en el desierto, tu constancia en el esfuerzo de hoy y mañana puede lograr lo que buscas. Ninguna semilla cae en vano; algunas nacerán tal vez a los muchos años, pero nacerán, por supuesto, sólo si han sido sembradas a su debido tiempo. Es imposible hacer nacer una semilla que nunca fue sembrada.

Esto es válido para pastores, educadores y padres de familia que a veces sienten como inútil todo esfuerzo que hacen al educar los hijos o como sin eficacia todos los buenos consejos que dan, porque aparentemente los alumnos o los hijos no escuchan.

Para tener un árbol hay que sembrar varias semillas, y esperar con fe y paciencia que alguna germine.
Para tener un bosque hay que esperar que crezcan muchos árboles. 

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