sábado, 20 de octubre de 2012

LO QUE QUIERO PARA MI VIDA

Esta pregunta deberías hacértela a menudo, para saber hacia dónde diriges tus esfuerzos y sobre todas las cosas hacia dónde quieres llegar en tu vida. Los escenarios dónde se desarrolla tu existencia cambian en forma vertiginosa, y de ese modo lo que hoy es válido en tu proyecto personal, es probable que lo debas modificar de aquí a poco tiempo.
Sí, nos guste o no, éste es el único mundo que tenemos y en el habitamos, dependiendo de nuestra actitud el hacer de él un campo de batalla, o un jardín de creación, dónde la generación de ideas, la fijación de metas y objetivos y la definición clara de lo que deseamos que nos suceda, sean una prioridad impostergable No cabe duda que descubrirte a ti mismo será un desafío apasionante, y lo lograrás en la medida que te mires en el espejo de tu alma, y aprendas a hacerte amigo de ti mismo.
Esa amistad que ilusoriamente creemos que hemos desarrollado desde hace mucho tiempo, es una fantasía que en la realidad no se cumple. Tú peor enemigo habita en tu interior y voy a demostrártelo. ¿Quién le pone un techo a tus sueños? ¿Quién te impide llegar adónde te lo has propuesto? ¿Eres permeable a la opinión de los demás, y vives para conformar a los otros, relegándote a un plano totalmente secundario?
Si alguna de estas interrogantes que te planteo, son verdad en ti, comenzarás a ver que las trabas a tu crecimiento y a tu desarrollo personal no vienen desde afuera, sino que se generan en tu interior, haciéndote dudar de tus capacidades y de tu habilidad para responder a los desafíos a los que la vida te expone. Es la hora de revisar tu autoestima con sus dos pilares fundamentales
a)    la confianza y
b)    el respeto por ti mismo

Estos dos pilares por sí solos son el motor que encienden tu
motivación y que dan lugar a que aprendas a poner límites para no tener que invadir territorios ajenos. También ha llegado la hora de decir que no, cuándo así lo sientes y a decir que sí, cuándo estás de acuerdo con lo que te proponen.

             Debes saber también que a medida que vas avanzando a través de las distintas etapas de tu vida, hay personas que te quieren y te aprueban, otras que te combaten e intentan destruirte, y un tercer grupo para los cuáles tu presencia les es totalmente indiferente.
Definir lo que un ser humano quiere para su vida, no es sencillo y no se resuelve en un santiamén.
             Es conveniente que te sientes a tomar varios cafés contigo mismo, y que te hagas una serie de preguntas que te ayudarán a conocerte interiormente y te orientarán en el sentido de poder tomar decisiones que puedan cambiar tu vida definitivamente.
             Si tienes el café servido, humeante y estás revolviéndolo con una cucharita piensa:

a)    Qué quiero para mi vida de aquí en adelante?

b)    Qué no quiero para mi vida?

c)    Qué precio estoy dispuesto a pagar en cuánto a compromiso para lograr aquello que quiero?

d)    Qué necesito para sentirme bien?

A estas preguntas puedes agregarle todas las que tú entiendas
rondan en tu mente, pero que por distintas razones no has podido tomar por temor, por inseguridad o simplemente porque lo desconocido te produce un pánico intolerable.
     Pero razonemos juntos y veamos cuál es el común denominador de estas cuatro preguntas que te estoy sugiriendo te las hagas, como el inicio de un proceso de reingeniería personal o de cambio, tendiente a encontrar las herramientas necesarias para poder elaborar un nuevo proyecto de vida con metas y objetivos que te permitan acceder al bienestar que todo ser humano merece.

             Si lo piensas bien, te quedará claro que nadie puede contestar mejor que tú estas preguntas, porque nadie puede conocerte íntimamente mejor que tú mismo. ¿Quién puede saber por ejemplo mejor que tú lo que necesitas para sentirte bien? Puede haber similitudes o situaciones que se parezcan entre una persona y otra, pero todos tenemos ese toque personal que sólo cada uno conoce y que es lo que nos hace a todos diferentes, únicos e irrepetibles. De allí la importancia en responderse con honestidad y transparencia, para no falsear una realidad que es incontrastable.

             Tú puedes ver o decidir no ver. Tú puedes pensar o resolver no pensar, pero tarde o temprano tendrás que confrontarte con lo que quieres para tú vida, y cuánto antes lo hagas, mejor te irá en tu intento por lograr el equilibrio emocional, la paz interior y la armonía entre tu cuerpo emocional y tu cuerpo físico.

             Para ello deberás tomar decisiones, desde las más intrascendentes hasta aquellas que pueden cambiar en forma radical tu estilo de vida y tus miras de cara al futuro. Puedes pertenecer al grupo de los seres humanos lógicos y analíticos, aquellos que necesitan acumular una serie de datos e informaciones antes de tomar una decisión, o puedes también pertenecer a la legión de los individuos intuitivos, que son capaces de tomar decisiones importantes en el territorio de la ambigüedad.

             Lo lógico sería una situación intermedia, dónde el análisis de las situaciones que te toca vivir y lo que la experiencia te señala a través de la intuición, sean las vías por las cuáles tú tomes las decisiones que respondan a lo que realmente quieres que te suceda en la vida. Me dirás, que no es tan fácil, pues siempre se interponen obstáculos para que no podamos lograr nuestros objetivos.

             En parte tienes razón, pero sólo en parte, porque lo más importante es saber adónde quieres llegar. Si lo tienes claro, los obstáculos lo único que harán es demorarte algo más en llegar a la meta, pero nunca te harán abandonar. Abandonan aquellos que son muy permeables a la opinión de los demás, y que se dejan convencer con sus argumentos. Recuerda que siempre es mejor trazar un surco propio, que deambular por la vida a través de surcos que han trazado otros.

             Dicho en otras palabras, tienes derecho a equivocarte porque perteneces al género humano, y tienes también la responsabilidad de enmendar tu camino si fuera necesario, pero siempre respondiendo a lo que son tus códigos éticos y morales. Las creencias puedes cambiarlas y adaptarlas a las exigencias del mundo moderno, pero los valores esenciales del ser humano, no son modificables, y se trasmiten de generación en generación.

             Quizá te esté planteando una revolución en tu modo de pensar, pero es lo que siento y lo quiero compartir contigo. A medida que vamos creciendo los golpes que la vida nos da, nos hacen creer que debemos perder nuestra capacidad de soñar. Pero si reflexionas en los grandes hitos en la historia de la Humanidad, verás que siempre fueron patrimonio de grandes soñadores, de personas que no se doblegaron ante la presión de los demás, o ante la opinión de quienes no creían en ellos. Los niños tienen muy desarrollada la capacidad de soñar, y somos los adultos quienes les advertimos que hay que ser realista y no soñar. Puedo decirte sin temor a equivocarme que los sueños son en buena medida los responsables de nuestros éxitos, siempre y cuándo podamos elaborar un plan de acción correcto y fiel a lo que ambicionamos.

             Suele suceder que la vida te enfrenta a encrucijadas dónde debes tomar decisiones sin tener el tiempo suficiente como para reunir toda la información que necesitarías. En esos casos es importante cuál es tu actitud frente a la situación a la que te enfrentas. Si la vives como una amenaza es muy probable que la decisión esté basada en el miedo y en la inseguridad de estar transitando por un terreno de arenas movedizas.

             En cambio si ves en la decisión que tienes que tomar una oportunidad de establecer pautas distintas para tu calidad de vida, o simplemente para tu futuro, te será mucho más sencillo llegar a conclusiones que te beneficien.

             La actitud es la disposición mental que tú adoptas frente a los desafíos de la vida, pero también es la estrategia que tú creas en el seno de tu mente para emerger exitosamente de esos retos. Y cuándo hablamos de éxito es pertinente recordar que ser exitoso en mi concepción es poder llegar a vivir de acuerdo a nuestras expectativas y de acuerdo a nuestros principios.
 Esto no es fácil lograrlo, pero del mismo modo que un arquitecto construye un edificio, haciendo primero un bosquejo, luego un boceto, luego un plano y recién después comenzando por los cimientos va agregando ladrillo a ladrillo hasta que su obra está finalizada.
Del mismo modo para lograr el éxito en la vida, no podemos saltearnos etapas, ni utilizar atajos que nos ilusionen en la creencia de que el camino será más corto por allí. Si tú participas en una maratón de cuarenta kilómetros, no podrás pasar del kilómetro uno al cinco y luego al quince y luego al veinticinco. Con paciencia y perseverancia irás avanzando ordenadamente por el kilómetro uno y luego el dos y así sucesivamente.
En la vida sucede exactamente lo mismo; debes tener paciencia y recorrer los caminos de fuego que son los caminos difíciles a los que todos los seres humanos nos enfrentamos en alguna etapa de nuestra vida, y que templan nuestra alma, y nos dan la fuerza y la entereza para acrecentar la convicción de saber lo que queremos para nuestra vida. En  el siglo que estamos viviendo que es por excelencia el siglo de las comunicaciones, podemos comunicarnos en forma instantánea a través de un mensaje de texto de nuestro teléfono celular, o a través de un correo electrónico a cualquier parte del mundo.
Sin embargo y muy lamentablemente estamos perdiendo un atributo que era un diferencial en la vida de hombres y mujeres y que se llama la comunicación directa. Hoy nos cuesta muchísimo decirnos de frente lo que sentimos y lo que pensamos y preferimos hacerlo a través de los medios electrónicos, demostrando así una cobardía y una inseguridad que personalmente me alarma.
Vemos así de que modo la tecnología tiene indudablemente sus aspectos positivos, pero también como va relegando al ser humano a la dependencia de una máquina, mimetizándose con ella, y perdiendo progresivamente algo que no deberíamos permitir.
 La escucha empática que es atender lo que le sucede a un semejante en el marco de referencia de lo que está viviendo y cómo lo está viviendo, es otra de las actitudes que hemos ido perdiendo, y ahora todos estamos prestos a dar consejos para resolver la vida de los demás, cuándo la nuestra está en completo desorden.
Está bien ser solidario, está bien poder contener a quien lo necesita, pero nadie puede dar lo que no tiene; por lo tanto si mi casa interna está desordenada, mal puedo aconsejar a otra persona cómo debe acomodar la propia.
Lo que quieres para tu vida, puede dejarte en algunas circunstancias en soledad, otro de los grandes temores del ser humano. Sin embargo, la soledad elegida es el mejor marco para el conocimiento interior y para el diálogo interno que revelará fortalezas y debilidades. Debes preguntarte:¿qué es mejor estar sólo o mal acompañado?.
Vivimos en una época dónde la manipulación, el chantaje emocional, la inoculación de la culpa, y la violencia psicológica son moneda corriente, hasta llegar a la violencia física para dirimir nuestros conflictos.  ¿Qué está pasando con el ser humano? No sé si alguien tiene la respuesta. Sí creo que una buena autoestima es el mejor antídoto para que estas perversiones de la comunicación humana no sucedan y sobre todas las cosas no crezcan y se diseminen por doquier.
Cuándo tú cedes tus espacios irrenunciables, siempre hay alguien que los toma, y eso no sucedería si tú tuvieras bien claro lo que quieres para tu vida y lo que necesitas para sentirte bien. Pon manos a la obra, no te postergues más. Siente el derecho de merecer una vida digna, para la cual tú eres el artífice de la misma. Nadie vendrá en tu ayuda, y no por falta de interés, sino que todos los seres humanos están por demás ocupados en tratar de resolver sus propios conflictos.
Tomar el mando del barco de tu vida, te conducirá a buen puerto, y estarás a resguardo de las potenciales agresiones a las que todos estamos expuestos.
La vida vale la pena vivirla a pesar de las dificultades que encontramos en sus caminos de fuego.
Reflexiona sobre esto, y si estás de acuerdo o no, puedes enviarme tu opinión. Será bienvenida pues creo que la armonía, la paz interior y el equilibrio emocional lo debemos encontrar entre todos, aunque cada uno lo haga a través de su propia metodología.

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