miércoles, 6 de abril de 2011

El autoliderazgo

No podemos ser suficientemente eficaces y felices si no nos sentimos integrados en nuestro entorno.
No sólo hablamos de autonomía y protagonismo individual por parte de directivos y trabajadores del conocimiento, sino también de sentir la vida laboral como propia, como fuente de realización y satisfacción, tras una meta alentadora (recuérdese que a veces, en las empresas, equivocamos las metas).

Surge espacio aquí para el afloramiento, cultivo y desarrollo del autodominio —personal mastery— de que nos hablaba Peter Senge, paralelo al empowerment postulado en las empresas y acompañado de cierta trascendencia. Brota de uno mismo, pero la organización puede catalizarlo o reprimirlo: me refiero a un autodominio que incluya un purpose, un objetivo vital negentropizante, acorde o armónico con la actividad de la organización a que nos incorporamos, y que incluya valores, creencias y modelos mentales que encajen en la cultura de la empresa.

No podemos ser suficientemente eficaces y felices si no nos sentimos integrados en nuestro entorno.
Es verdad: básicamente estamos hablando del dominio personal de Robert Fritz, Peter Senge y otros expertos, al que este articulista querría, sin desdibujarlo, ataviar con rasgos enriquecedores procedentes de otros autores. No es baladí esto del autoliderazgo, porque una cosa es dejarse llevar en la vida por las corrientes circundantes hasta que, ya al final, uno se da cuenta de que no era ahí donde quería llegar, y otra cosa, bastante distinta, es intentar seguir un rumbo hacia el puerto elegido, cuando hemos elegido bien.
En el segundo caso, uno queda más convencido de haber vivido su propia vida, y en el primero parece que el protagonismo ha correspondido a otros. Yo apostaría por un puerto de destino idóneamente seleccionado y una trayectoria adecuada, procurándonos el favor del viento, es decir, del entorno; o sea, que nuestra elección contribuya al bien común y depare bienestar para nuestros próximos, en la oficina y en casa.

Parece, en esto del purpose y como señalaba Fritz, que lo importante no es si se llega o no a alcanzar aquello que nos proponíamos, sino que, entretanto, hemos orientado bien los esfuerzos, sin desperdicio, y acaso hemos hecho interesantes descubrimientos en el camino. “El propósito es la brújula interior que orienta nuestra vida y nuestro trabajo”, dice Cooper. Así las cosas, el supuesto liderazgo del jefe podría quedarse en casi mera influencia derivada de la autoridad moral (no formal), contando con que los trabajadores estén preparados para autoliderarse y autoseguirse. Y contando con que el objetivo perseguido esté alineado con el de la empresa, y todos compartan anhelos.

De modo que para los subordinados se trataría —si el lector soporta el tonillo revolucionario— de asumir el protagonismo y la importancia que les corresponde, y ser seres humanos más completos dentro de la empresa. Más que seguidores de los elegidos, los mortales deberíamos ser acompañantes solidarios tras una meta compartida, ocupando cada uno el puesto asignado, sin menoscabo de la dignidad personal y profesional. En la economía del conocimiento y la innovación, ya no debería haber espacio para la sumisión ciega, y ni siquiera para estar siempre de acuerdo con el jefe; somos más eficaces contribuyendo a ampliar el ángulo de observación de la realidad.

Entremos en la anatomía del autoliderazgo: les acompaño un posible despliegue. Verán aquí elementos de la inteligencia intrapersonal de Gardner, Goleman, Cooper y otros expertos, pero también de la psicología positiva y del dominio personal de Senge. No han de preocupar tanto los solapes como las posibles carencias, pero no verán fortalezas o habilidades interpersonales porque sólo estamos desplegando el liderazgo de nosotros mismos:
-       Adaptación a los cambios
-       Afán de mejora y logro
-       Apertura de miras y flexibilidad
-       Atención a la calidad de vida
-       Autenticidad y mindfulness
-       Autoconfianza medida
-       Autoconocimiento y autocrítica
-       Autocontrol y templanza
-       Autodisciplina, valor e integridad
-       Compromiso y responsabilidad
-       Cultivo de la intuición
-       Dedicación autotélica al trabajo
-       Desarrollo permanente
-       Energía y optimismo realista
-       Gestión de la atención y el tiempo
-       Iniciativa y proactividad
-       Meta profesional acorde con la organización
-       Negentropía psíquica
-       Orientación al bien colectivo
-       Pensamiento reflexivo
-       Perspectiva sistémica
-       Resistencia a la adversidad

Opté por el orden alfabético, porque las prioridades corresponden a cada uno. Pueden añadir más elementos sin restricciones, y también pueden borrar algunos de la lista; pero creo que todos debemos ser dueños y protagonistas de nuestras vidas, fuera y dentro del trabajo: que debemos ser seres humanos y profesionales más completos. Nadie puede desarrollarnos el autoliderazgo; nos lo pueden poner fácil y también difícil, pero es cosa nuestra: es nuestra vida.

No sé si el autoliderazgo es genético o extragenético, aunque se puede dejar ver desde niños; sí creo, empero, que nunca es tarde para desarrollarlo o cultivarlo adecuadamente. Sea el propietario de su vida, y adminístrela bien: huya, si puede, de líderes codiciosos, narcisistas, mayestáticos, visionarios, megalómanos. Hay, desde luego, buenos líderes (quizá siguiendo el modelo de Greenleaf): intente ser uno de ellos, o sea usted un buen seguidor, pero recuerde liderarse a sí mismo tras una meta bien elegida.

1 comentario:

  1. SUPER COSAS COMO ESTAS SON LAS QUE SE DEBEN LEER DEBEMOS CONSTRUIRNOS COMO LIDERES ASI MISMOS TENIENDO PRINCIPIOS Y VALORES PERMANENTES

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