martes, 5 de abril de 2011

¡Hay que velar mi trabajo porque ya se murió!

Hay muchas situaciones que nos llevan a perder o cambiar el trabajo, ya sea que de un momento a otro nos despiden, o nosotros renunciamos  o bien  porque ya se cumplió el término de vida de este trabajo y tenemos una separación por jubilación.  El  ciclo de vida, al igual que el de una persona, termina y el trabajó expira, para lo cual hay que realizar un proceso de duelo donde los tendremos que velar y darle un  descanso final.
Para esto tendremos que pasar por un proceso como cuando hay  la perdida de una persona, al principio hay un cúmulo de emociones que no logramos poner en orden, y de cómo las vivamos y ordenemos, depende como llevaremos a cabo este duelo, velación y darle un descanso adecuado a nuestro trabajo para  que esta experiencia nos proporcione un equilibrio emocional, físico y espiritual.
Ventajosamente nuestra mente y cuerpo nos llevan a prever las cosas así que desde que nos indican que ya es la hora de jubilarnos o separarnos de nuestro trabajo, empezamos a tener toda una preparación emocional para poder anticipar lo que viene, por fortuna la mayoría de las veces no es precipitado.  Lo malo es que  tendemos a luchar contra esto y no lo dejamos fluir de manera natural y empezamoa a intelectualizar nuestras emociones, dando justificaciones y razones de las cuales nos lleva a una lucha para tratar de no sentir lo que si “sentimos” por temor a contactarlo, y me refiero al dolor.
Si no dejamos fluir lo que nuestro cuerpo sabiamente nos indica, no podremos atravesar por este proceso, nos sentiremos mal, agobiados, tendremos problemas con los que nos rodean y hasta podernos quebrantar nuestra salud pudiendo parecer que el trabajo solo existe para cumplir  una función en nuestra vida: organizarnos como persona en nuestro centro, en nuestra  familia y dentro de la sociedad, y no así, es importante pero no el centro de nuestra vida.  
Si bien es cierto que el tener esta pérdida, se puede llegar a desorganizar nuestro sentido de vida,  con nosotros mismos y dentro de nuestro entorno, la importancia de vivir el duelo, radica en que nos va a llevar a  poder recuperar este sentido de nuestra vida  cuando nuestra experiencia se ha confundido, es decir a recuperar el rumbo, dentro de una nueva experiencia de vida.
Si hemos gozado de el trabajo que ahora perdemos, lo primero que hay que hacer es reflexionar sobre lo que si nos dió a lo largo de este tiempo y agradecerle  el haberlo tenido, el haberlo  disfrutado, agradecer ampliamente e infinitamente lo que vivimos dentro de el,  lo bueno y lo malo  y todo lo que nos dio emocionalmente, económicamente y reconocer el cúmulo de experiencias que se sumaron a nuestro ser.
Podemos experimentar en primer lugar la pérdida del sentido de pertenencia, que como vimos en un artículo anterior. El sentido de pertenecer a algo, a alguien o a algún lugar,  pensando: ya no voy a pertenecer a este grupo y eso puede producir algún vacio.
Las emociones que se presentan van llegando y a veces sentimos que se enredan todas, no sabremos bien lo que sentimos, pero luego podremos identificar  la negación, donde  pensaremos que no es  cierto lo que está pasando, como si fuera una película enfrente de nosotros  y a otras personas les está pasando y no a nosotros,  después llega  el enojo, sobre todo con la persona a la que le estamos entregando el puesto, consciente o inconsciente, pero es con enojo, contra esta persona, contra la empresa o institución contra la vida, etc. Es importante no negar o evadir lo que sentimos y dejar que fluya, pues mientras más retengamos las emociones, mas se atoran y mas se tardan en resolver.  Tambien es de suma importancia reconocer que estamos experimentando enojo o tristeza y saber que está bien y que es normal.
Es preciso saber que se presentará un sentimiento de incertidumbre y de inseguridad por el futuro, incluso  hay algunas emociones que vamos a sentir que nos incomodan y no nos gustan, como por ejemplo el  cambio de una actividad intensa a una de muy baja actividad nos puede hacer sentirnos que ya no servimos, que de repente somos inútiles, y eso puede bajar mucho la autoestima, y en ocasiones por no sentirlo, lo negamos, evitamos o hacemos como si no lo sintiéramos, dándole muchas explicaciones y justificaciones y ahí es donde se pueden atorar y  nos quedaremos en la negación o el enojo  y no podremos avanzar hacia el cambio.  Este es un periodo de desequilibrio pero al final quedaremos mejor que como estábamos.
La siguiente etapa viene ya el dolor por haber perdido ese trabajo, y es donde el duelo se procesa para dar paso al cambio, a una vida diferente, a nuevos hábitos, a una nueva vida más placentera para nosotros.  El rol cambia y hay que reubicarse. El miedo a la incertidumbre pasará en cuanto nos enfrentemos a el y entonces veremos que no era algo tan complicado.
En ocasiones hay que hacer ritos de despedida, reconocer que esa actividad ya no la vamos a hacer,  pero ahora podemos hacer otras, o bien dedicarnos a hacer todo eso que nunca tuvimos tiempo de hacer, también es necesario estar con la seguridad que seguiremos perteneciendo a ese grupo de trabajo que dejamos,  de otra manera pero siempre seremos parte de el, darnos un tiempo de descanso para después pasar a ocupar nuestra mente y nuestro cuerpo en alguna otra actividad diferente, como puede ser, poner el negocio que siempre habíamos querido, cultivar flores, leer, viajar, visitar amigos, estudiar, etc.  es la posibilidad de recuperar partes personales y familiares, de atender deseos que nunca hubo tiempo y de cumplir viejos sueños, pero para esto es importantísimo el poder  hacer un plan de vida, que todavía hay muchos años por delante, y reflexionar sobre cómo queremos vivir esos años, amargados o felices disfrutando la vida,   por eso no es recomendable entrar a una nueva etapa sin herramientas, sin planeación,  al ahí se va, con la idea de ir viviendo lo que se vaya presentando, pues esto nos traerá muchas frustración y no podremos llenar nuestro vacio con cosas fértiles sino tenderíamos a llenar nuestro vacio con comida, con  compras compulsivas,  con  enojo  frustración o enfado, siempre es mejor buscar la fertilidad y florecer con el cambio.  
El cambio de actividad puede desembocar en una desastre verdadero o por el contrario en una evolución, fértil y exitosa, puede ser el significado de fracasar o renacer, llevarnos a un caos y una verdadera  desorganización como personas para nosotros y nuestra familia y amigos que nos rodean  o bien a integrar nuestra estructura e identidad con un mejor sentido de la vida, Y esto es una elección, ¿cual elegimos?
Esta etapa nueva es una invitación también a hacernos más caso a nosotros mismos, a darnos lo que antes no pudimos por no tener tiempo o porque se los dimos a los demás, a los hijos a nuestros padres, a nuestras parejas, ahora  nos toca a nosotros!!
 La jubilación o el desempleo es un proceso, no un modo de vida es dinámico no estático y durará solo desde el momento de dejamos  el trabajo hasta el momento que decidamos que ya vivimos nuestro  duelo, enterramos nuestro antiguo trabajo  y que ahora estamos listos  para continuar con nuestro nuevo estilo vida.  
Ya velamos a nuestro trabajo y ahora le daremos su lugar en donde va a descansar en paz.   
Así que si hoy me jubilo o  si hoy dejo mi trabajo, es necesario detenerme un momento, agradecer lo que tuve en la vida, vivir mi duelo velando a mi trabajo, para después darle un final feliz a ese ciclo de la vida, lo que me producirá  sentido,  fertilidad y creatividad para iniciar el siguiente ciclo de mi vida.

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