sábado, 15 de octubre de 2011

Aprende de los mejores maestros


Luego de su disertación, una persona del público se le acercó a un conferencista de autoestima y superación personal, para preguntarle: 
–¿A quién tengo que tomar como modelo digno de imitar, a cuál hombre o mujer destacado de la historia, para poder ver la vida con nuevos ojos?
El orador no tuvo que meditar mucho tiempo su respuesta:  –Para mirar la vida con nuevos ojos no tienes que ir muy lejos siguiendo tal o cual modelo, ¡basta que imites la forma en que los niños la miran!
¿Alguna vez has observado a un grupo de niños jugar? Son sumamente creativos, dinámicos y asumen los riesgos, sin pensar en sus secuelas. No se sienten inferiores, su imaginación no tiene límites, no sienten miedo del ridículo. Tampoco temen preguntar cosas sin sentido y que los consideren estúpidos por eso, porque son conscientes de que sus preguntas les aclararan muchas de sus dudas sobre el mundo que les rodea, son preguntas indispensables que constituyen parte de su aprendizaje.
¡Qué pronto se nos olvida a los adultos esa capacidad de imaginación tan ilimitada que poseíamos cuando éramos niños! ¿En qué momento aniquilamos el entusiasmo por la vida, simplemente porque “teníamos que madurar”?
La forma en que piensa un niño, que podríamos llamar la “mentalidad del principiante”, es la que nos permite desmenuzar un problema complejo y encontrarle soluciones sencillas. Mis dos hijos me lo demuestran día con día, son mis maestros más pequeños. Esteban, de apenas un escaso año de edad, con ojos maravillados examina todo lo que llega a sus manos y le da el uso que quiere. Si toma un pequeño carro de juguete, poco le importa que le digan que rueda, ya que lo primero que hace es hacerlo volar o consumirlo en el agua (claro, cuando le permitimos jugar con ella). Mi hija Floriela, de cinco años, a través de una cadena imparable de preguntas, sacia su curiosidad, abordando los problemas desde ángulos inimaginables: 
–Papi, ¿qué es tal cosa?, ¿para qué sirve?, ¿cómo funciona?, ¿por qué lo hicieron así?, ¿cómo...?
Y en esta maraña de juegos e interrogantes, muchos de los cuales me dejan simplemente atónito (porque, para ser honestos, ni se me hubieran ocurrido), me van descubriendo un mundo increíble y maravilloso, que me hace apreciar qué tan rápido he perdido mi habilidad de visualizar los problemas con mentalidad de niño, y, en cambio, me preocupo más de la cuenta por ellos. Porque, al igual que la mayoría de las personas, tengo "exceso de información y paradigmas" en mi mente, basura, para ser más concretos, que muchas veces me imposibilita pensar con claridad. No en balde la Sagrada Biblia nos dice: “Les he ocultado muchas cosas a las personas mayores y sabias, pero se las he revelado a los pequeños” (Mateo 11, 25).
Permíteme respaldar lo dicho con un ejemplo que incorpora Robert J. Kriegel y Louis Patler en su libro Si no está roto, rómpalo. Fue algo que sucedió en una empresa cuya nueva cafetería no producía dinero. Ya se habían invertido grandes sumas de dinero en expertos, ensayando todo tipo de soluciones: nuevos proveedores, cambios gerenciales, diseño físico, factor motivacional, etcétera. Nada parecía dar resultado.
Kriegel fue consultado al respecto. Empezó a evaluar la situación, pero no encontraba ningún factor que le permitiera realizar un cambio de vital trascendencia. Un poco agobiado, decidió postergar sus cavilaciones y se puso a hacer fila para almorzar. Tomó la bandeja, se sirvió una ensalada, un emparedado y un jugo, luego intentó hacer un espacio para llevar un postre, pero le fue imposible realizar esta tarea. En ese momento observó a un niño que estaba frente a él, tratando de hacer lo mismo, abrir espacio en la reducida bandeja, sólo que con un helado, y su emparedado inevitablemente rodó por el suelo. Supongo que el pequeño maldijo aquella bandeja. 
Con esta patética escena se resolvió el enigma de las bajas ventas de la cafetería: ¡se necesitaba comprar bandejas más grandes!
Al inicio la idea no fue vista con muy buenos ojos: ¿cómo una cosa tan sencilla iba a resolver tan grave problema financiero? Pero el gerente general la aceptó, ya habían intentado de todo y nada costaba hacer una nueva prueba. Y sucedió lo impredecible: las ventas se dispararon. Al disponer de mayor espacio en las bandejas, la gente podía llevar mayor cantidad de alimentos y, por ende, los ingresos subieron. Una solución que no se hubiera descubierto, si no se hubiera analizado bajo la mentalidad de un niño.
Así que ya sabes: respira en forma tranquila, aísla los viejos paradigmas de tu mente, libérate de tus exuberantes conocimientos y prepárate para observar un nuevo mundo, enorme y desconocido, con los ojos de un niño.

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