martes, 18 de octubre de 2011

¿Por qué nadie agradece lo que hago por ellos?

Es frecuente que a mi consultorio personal se acerquen personas que manifiestan sentirse decepcionadas de la vida y de los demás. No creen en que el bien devuelve el bien. Expresan que durante su vida se han dedicado a ayudar a los demás, a apoyarlos y asistirlos. Y sin embargo, casi nadie se los agradece y cuando buscan ayuda para sí mismas, nadie se las brinda.

En esta columna hemos repetido muchas veces que se cosecha lo que se siembra. Si se irradia amor y alegría a los demás, se recibirá amor y alegría. Si se dedica a satisfacer las necesidades de los demás, las propias terminarán también por ser satisfechas. Pero, en el caso de estas personas que vienen a mi consulta parece que la ley no se cumple.La razón es simple y sin embargo difícil de aceptar para quien se encuentre en esa situación. Estas personas han ayudado a los demás de acuerdo a lo que ellas consideran que es bueno para los otros. Es común que intenten convencer a los otros que hagan lo que ellas dicen. Consideran que la forma correcta de comportarse es la que ellas determinan. "Lo que es bueno para mí, ha de ser bueno para el otro". Como los demás son seres diferentes, con experiencias, condicionamientos y formación distinta, tienen otros valores y objetivos de vida. Por lo tanto, no les es natural hacer su vida como los otros quieren que sea.El verdadero amor y servicio desinteresado es ayudar a los demás a seguir su propio camino, aún cuando pueda ser muy distinto al nuestro. Sólo así se devolverá el amor y la asistencia a sí mismo cuando lo necesite.

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