viernes, 29 de marzo de 2013

Horticultura para líderes


Hace unos años, comencé a sembrar una pequeña huerta en el fondo de mi casa, para distraerme de las preocupaciones y demandas de mi empresa. Sin embargo, la horticultura me conectó aun más con ella. Al contrario de lo que pudiera parecer, no fue una experiencia estresante, sino que me enseñó algunos principios que me permitieron mejorar notablemente mi efectividad como líder.
Una de las primeras cosas que aprendí es que la horticultura es una disciplina compleja: cultivar una huerta requiere mucha dedicación, esfuerzo, paciencia y conocimientos teóricos y técnicos. Cuando comencé esta actividad, desconocía esto y ello me llevó a arruinar varios cultivos. Con el tiempo, incorporé conocimientos que me previnieron de cometer futuros errores en mi huerta... y en mi empresa!
A través de mi experiencia como horticultor, aprendí que para tener una huerta productiva -¡y una organización productiva!- es fundamental respetar los siguientes principios:
Preparación: tras arruinar mi primera generación de cultivos, consulté con el propietario de un vivero para averiguar dónde estaba el problema. Este me hizo algunas preguntas, para las que no tenía respuesta: ¿no será que el suelo es demasiado ácido? ¿O demasiado alcalino? ¿Cavó lo suficientemente profundo? ¿Removió una superficie extensa de tierra? ¿Qué nutrientes agregó al suelo? ¿Echó cal? ¿Restituyó el suelo después de las terribles tormentas de viento y agua del último invierno? Ante mi perplejidad, me dijo: "Si no comienza con un buen sustrato, las plantas no prosperan." La preparación -y la falta de ella- incide en los resultados que obtenemos en una huerta... o en una organización. ¿Cuántas veces -a causa de un enfoque superficial- malinterpretamos una situación, o tomamos una decisión incorrecta? ¿Cuántos de nuestros "problemas" se deben a nuestra falta de conocimientos profundos? Formar un buen sustrato es una tarea difícil, pero fundamental en el liderazgo. Debemos preparar el ambiente, para sacar lo más rico de las personas y -regularmente- debemos nutrirlas con los recursos necesarios para que crezcan.

Espera: sabemos que -a lo largo de los siglos- la humanidad ha desarrollado procesos y tecnologías para fertilizar, regar y cultivar la tierra, a fin de mejorar las cosechas. Pero en mi huerta aprendí que toda la tecnología del mundo no puede lograr algo: acelerar el crecimiento. Las plantas siguen su ciclo y crecen a su debido tiempo. Sin embargo, al principio yo no respetaba los tiempos de espera, me ponía ansioso y sentía la compulsión de "husmear" para ver si las semillas crecían. Lo mismo solemos hacer los líderes con las personas: creemos que si intervenimos y controlamos los procesos, podremos obtener resultados de ellas... cuanto antes. Una tarea fundamental del líder es aprender a esperar, a controlar su ansiedad y a no presionar a las personas.

Poda: una de las cosas más difíciles para un horticultor principiante es podar sus plantas. Al principio, yo no deseaba arruinar un bello follaje, ni renunciar a la exhuberancia de mis cultivos. Pero el exceso es contraproducente: muchas plantas se derrumban por el peso de sus propios tallos. El horticultor profesional tiene el coraje de cortar cuando es necesario. Sabe que, cuando recorta el exceso, se potencia el crecimiento del núcleo. En nuestras organizaciones, no siempre diferenciamos claramente el crecimiento productivo, del crecimiento desmedido. Este último nos lleva a derrochar energía para alimentar el caos, en lugar de concentrarnos en las cosas más importantes. La "poda" constituye un ejercicio de liderazgo permanente: debemos simplificar las tareas, proyectos y procesos, eliminando aquellos que no aportan valor, para dar espacio al crecimiento de los más importantes.

Trasplante: habitualmente, primero hacemos crecer una planta en una maceta pequeña, luego la mudamos a una más grande y -finalmente- la plantamos en la tierra. Hacemos esto, porque las plantas requieren un lugar determinado, según su nivel de crecimiento. Al igual que las plantas, las personas necesitan lugares acordes a su nivel de crecimiento: un líder debe primero ofrecerles un lugar protegido y reducido, antes de pasarlas a un "terreno" más abierto. Desde luego, al principio yo temía trasplantar mis plantas por miedo a romperlas. Como líder, también temía llevar a las personas a nuevos lugares, "desenterrarlas" de puestos y roles donde ya habían "echado raíces". Pero luego aprendí que -aunque este "trasplante" pueda parecer amenazante para su supervivencia- suele darles más oportunidades de desarrollo.

Rotación: si año tras año sembráramos los mismos vegetales en el mismo lugar, los nutrientes del suelo se agotarían. La rotación evita esto. A las personas les ocurre lo mismo que a las plantas. Con el tiempo, absorben todos los "nutrientes" disponibles en un lugar: aprenden todo aquello que hace falta, participan de todos los proyectos interesantes, etc... y entonces sienten que no queda nada allí que pueda nutrirles. Como líderes, debemos ayudarlas a buscar un "suelo fresco" donde prosperar, apartándolas de las circunstancias que ya no les nutren y rodeándolas de nuevos conocimientos, tareas, desafíos y relaciones.

Desparasitación: a muchas especies les gusta vivir a costa de nuestras plantas (bacterias, insectos, pájaros, roedores, entre otras). Si no controlamos estos parásitos, nuestras cosechas se arruinan. Para evitarlo, colocamos cercas, espantapájaros y fumigamos. Las personas también son víctimas de "huéspedes" que les arrebatan energía y les impiden alcanzar su potencial: relaciones, emociones, hábitos, paradigmas, etc... Una tarea fundamental de todo líder es ayudarlas a identificar y combatir estos "parásitos".

Tutoración: los vegetales (especialmente aquellos que crecen hacia arriba), necesitan una estructura donde apoyarse. Si no aseguramos las plantas a un tutor (un delgado trozo de madera atado a sus tallos, que sirve de soporte), caen y sus frutos se descomponen. La tutoración -además- permite al horticultor regar y podar con mayor precisión. Las personas necesitan de la "tutoración" de sus líderes, para sentirse seguras y crecer con firmeza.

Inversión: una de las primeras cosas que debe aprender un horticultor, es distinguir cuándo es tiempo de cosechar, cuando de sembrar y cuándo de reinvertir en la tierra. Luego de cada cosecha, comienza un proceso que se conoce como "ciclo del nitrógeno": los restos orgánicos de los cultivos se descomponen y fertilizan la tierra para la siembra del año próximo. De alguna manera, el cultivo "devuelve" a la tierra parte de todo aquello que ella le dio. En las organizaciones, cuando no respetamos el ciclo de dar y tomar, nuestra producción disminuye, porque no hemos invertido para sembrar aquello que deseamos cosechar. Como líderes, podemos tomar de las personas sin restituir sólo hasta un cierto punto, porque luego no quedará más para tomar. Un buen líder no "explota" a las personas, porque sabe que agotará sus recursos. En cambio, equilibra los resultados que espera de ellas, con la facilitación de recursos (tiempo, capacitación, etc...) para que tengan la capacidad de producir nuevos resultados en el futuro.
Finalmente, una de las mayores lecciones de liderazgo que aprendí en mi huerta fue respetar la diversidad. Cuando comencé, sembraba todo al mismo tiempo y del mismo modo: los tomates, la lechuga, el repollo y los pepinos. Ignoraba que cada planta posee necesidades individuales y necesita nutrientes y cuidados especiales para convertirse en aquello que está destinada a ser... Como líder, ignoraba que cada persona también. Al imponerles una regla de crecimiento general, violamos su verdadera naturaleza y las hacemos sufrir. Si me hubiese tomado el tiempo de entender las diferencias entre los cultivos, de darle al tomate la luz que necesitaba y a la lechuga otra, de haber puesto más abono a la tierra de los pepinos que a la del repollo, etc... cada planta habría crecido al máximo de su esplendor. Como líderes, es esencial que estudiemos las capacidades individuales de las personas y les brindemos las condiciones específicas que les permitirán madurar en toda su plenitud... según su naturaleza.

La experiencia con mi huerta me probó que el cultivo de vegetales se parece mucho al liderazgo de personas, que también es una forma de "cultivo". Por lo tanto, aquellos líderes que estén pensando en realizar alguna actividad para capacitarse, para obtener más herramientas que les permitan potenciar el desempeño de las personas y mejorar su estilo de liderazgo... no dejen de considerar unas lecciones de horticultura!

Palabras claves: facultamiento, liderazgo, líder, gerente, supervisor, gerencia, desarrollo, crecimiento, aprendizaje, huerta, cultivo, planta, jardinería, agricultura, naturaleza
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Soy un ser amable y lleno de ambición, soy una persona alegre.  Me siento libre.

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