jueves, 21 de marzo de 2013

SOLUCIÓN


La vida tiene grandes contradicciones. Entre ellas, una muy significativa y sorprendente es el hecho de que las personas que creemos afortunadas y felices se consideren, en el fondo, desgraciadas; y a la inversa, otras que parecen no poseer ninguna fuente de alegría, experimentan una satisfacción vital.
Napoleón Bonaparte, prototipo de hombre que disponía de todo lo que uno materialmente puede desear “gloria, poder y riquezas”, confesó hacia el final de vida no haber conocido jamás seis días de felicidad.
Eso contrasta fuertemente con las palabras de Helen Keller, autora y activista ciega y sordomuda en cuya autobiografía se basó la película “El Milagro de Ana Sullivan”, asegurandohaber experimentado la belleza de la vida.
Una de las variables más significativas que podemos identificar en la base de esta contradicción es la preocupación.
Todos conocemos, por experiencia propia, los efectos paralizadores de la preocupación, que pueden anular nuestra capacidad de concentración y la facultad de tomar decisiones.
Pero aún hay más: Las úlceras, la hipertensión, las afecciones cardíacas la artritis, el asma, el hipotiroidismo e, incluso, las caries dentales pueden ser consecuencia directa de las emociones negativas sostenidas en el tiempo, del mismo modo que lo son las frustración  la ansiedad, el miedo, el odio, la amargura, la rebeldía o la desesperación.
Preocuparnos en exceso por una cuestión sin cambiarla nos vacía de energía.
En palabras de Alexis Carrel, premio Nobel de Medicina, “quienes conservan la paz interior en medio de tumulto de la ciudad moderna son inmunes a las enfermedades nerviosas y orgánicas”.
Solo si nos decidimos a actuar encontraremos una salida.
Si no has leído Los 5 Secretos Tibetanos Perdidos de la Eterna Juventud”. Rituales de la Salud,  la Juventud y la Felicidad, deja un mensaje en este artículo y te lo haré llegar a tu correo, en el aprenderás muchas soluciones para nuestro día a día.
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