martes, 17 de septiembre de 2013

Las trampas mortales del poder

Observando la naturaleza humana una y otra vez, queda en claro que -la mayoría- de nosotros, tiene tendencia a dominar a los demás. Cuando estamos a cargo de algo, o cuando se nos pide que nos hagamos responsables por algo, surge en nosotros el sentido de autoridad hacia los demás.
En la mayoría de nosotros existe una inclinación natural: al alcanzar un puesto de trabajo (en el que pensamos -o sentimos- que tenemos autoridad por sobre los demás, o que se nos autorizó u otorgó poder sobre otros), utilizamos el mismo para aprovecharnos y para obtener lo que queremos.
Bajo estas circunstancias, usted podría ejercer fuerza adicional, obligando a los demás a hacer lo que usted desea, o "regatear" y negociar para obtener mejores opciones. Pero -sin entender lo que está sucediendo en realidad- usted comienza a perder poder con rapidez, conforme sus acciones se hacen fútiles, irritantes e ineficaces... Sus esfuerzos podrían entonces debilitarse e incluso ser saboteados por aquellos sobre los que usted quiere influir.
Por esta razón, el cumplimiento de logros pocas veces coincide con la realidad. Esta es la principal razón por la que no deberíamos aprovechar la influencia que ciertas circunstancias nos dan. La gente no tiene la oportunidad de hacer cosas valiosas cuando son desviados por esas "trampas mortales", fallas de la conducta y problemas inter-personales.
Nuestras reacciones, impulsadas por el propio interés, provocan que nos respeten menos aquellos sobre quienes queremos influir. Hacemos que nos honren menos. Y, cuando nos respetan menos, nuestro poder desaparece por completo...
"Cuando alguien llega a la cúspide del poder y venció muchos obstáculos,
existe el peligro de convencerse de que se puede hacer lo que uno desea,
y que cualquier eficaz punto de vista personal
es necesariamente aceptable para la nación,
y se impone sobre los subordinados".
- Wiston Churchill -

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