martes, 7 de agosto de 2012

Descifra las claves de tu postura corporal en tu entrevista.


En estos tiempos de crisis, cada vez es más difícil conseguir trabajo. Te postulas en varias bolsas de internet, buscas anuncios en periódicos o revistas, e incluso te encuentras algún letrero en la calle de alguna vacante y decides postular, sin embargo, puedes ser la mejor persona para el puesto, pero si no sabes reflejarlo en la entrevista de trabajo, dificilmente el reclutador podrá percatarse de ello. 
Si bien hemos hablado sobre la importancia de los detalles en una entrevista laboral, enfocándonos precisamente en el lenguaje corporal, es básico que nos adentremos en cada uno de los detalles que este tema engloba. El día de hoy nos centraremos en la postura corporal, la cual habla mucho más de lo que todos creemos. 
La postura resulta ser un arma blanca de dos filos en cuanto comenzamos a buscar trabajo. El objetivo primordial es que nos facilite el camino para obtener ese puesto que tanto deseamos, sin embargo, al resultar ser un gran canal de comunicación, puede que se convierta en un problema al reflejar ante el reclutador, sentimientos que ni siquiera nos imaginamos. 
Dentro del lenguaje corporal, nos topamos con 2 términos comunes: posturas abiertas o cerradas. Las posturas abiertas abarcan a todas aquellas partes del cuerpo en donde no hay barreras de espacio, por ejemplo, los brazos o las piernas. Contrario a esto, estas mismas partes de nuestro cuerpo se convertirían en posturas cerradas, al tratar de proteger o poner un límite hacia nuestro interlocutor, por ejemplo, cruzar los brazos cuando nos están hablando. 
Seguramente les ha pasado con sus hijos, parejas o incluso amigos. Te encuentras muy entusiasta contándoles detalle a detalle sobre el gran viaje que realizaste, sin embargo, la persona que "te escucha atentamente" comienza a cruzarse de brazos, a pasarse las manos por la cara cada 2 minutos, e incluso, con una postura corporal que poco falta para que esté acostada. Lo que tú no sabías es que esa persona llevaba 2 días sin dormir y no era que no le importara lo que estabas hablando, simplemente el cansancio podía más que sus ganas de querer escucharte... y tú sin saber...¿Qué reacción te causaría eso? ¿Coraje, enojo, ira e incluso impotencia? 
Pues adivina que... lo mismo pasa en las entrevistas de trabajo. Los entrevistadores no saben nada de tu vida fuera de ese lugar de 4 paredes donde busca encontrar a la persona ideal para un puesto específico. Por lo anterior, todos los detalles son importantes: la manera como te sientas, cómo estás parada, la forma en que caminas, incluso la manera en que estrechas la mano demuestra tus actitudes y sentimientos sobre ti mismo y en relación con otras personas, en este caso, el reclutador.    
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¿Quieres buscar crear cierto sentimiento en el reclutador al saludarlo? Por ejemplo:
1. Acercamiento y conexión: Inclina tu cuerpo hacia adelante, comunicando una personalidad atenta y abierta a la socialización. El saludo debe ser firme, apretando sin utilizar malamente la fuerza, la mano del reclutador con seguridad transmitiendo calidez.
Se dice que debes esperar a que el entrevistador te extienda la mano, sin embargo, no consideremos eso como regla ya que de no hacerlo, puedes demostrar educación y respeto, comenzando a sonreír de una manera discreta siempre mirando al frente y a los ojos del otro, para posteriormente anticipar el saludo.
Lo que no debes hacer: 
  • Poner límites de espacio: Retroceder el cuerpo (ir hacia atrás), dejando únicamente la mano enfrente o voltearte tratando de evitar la cercanía con el reclutador, son movimiento corporales que denotan un rechazo. 
¡Ojo! El entrevistador no es como un amigo más, por lo que evita llegar con euforia a saludarlo e incluso darle una palmada en la espalda.
La manera en que te sientas resulta clave, por lo que no lo hagas en el filo de la silla, ya que lo único que transmitirás es nerviosismo, y mucho menos estires las piernas ya que es una falta de respeto. La postura que debes tener es erguida, incluso puedes practicarla antes de asistir ante un reclutador. 
En conclusión, sentarse correctamente resulta ser un signo de confianza en uno mismo. Si te mantienes con la espalda encorvada puedes reflejar inseguridad y hasta aburrimiento. Por lo que cuidemos mucho este aspecto. 
A continuación les compartimos algunas actitudes o emociones que pueden provocarse a través de nuestro movimiento coporal:
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El movimiento de las manos  también es importante. Recordemos utilizarlas únicamente mientras hablamos, sin exagerar, sino que hagamos los movimientos sutiles, apoyados por los movimientos de nuestra cabeza. El movimiento aumenta la energía, confianza y variedad del canal de  comunicación, pero no exageres al hacerlo, sino por el contrario, debe ser natural.
Resumamos lo anterior...
En una entrevista de trabajo, aunque no hay que obsesionarse, es fundamental el control de nuestra postura. No hay una fórmula exacta o ideal, sin embargo, sentarnos en una posición correcta: con una ligera inclinación hacia adelante y las manos entrelazadas (sin apoyar los codos en la mesa), apoyando nuestro habla con sutiles movimientos de manos y cabeza pueden ser determinantes para nuestra contratación.
Todo debemos llevarlo a cabo sin sobrepasar el límite a la exageración, evitando de esa manera que el entrevistador perciba un exceso de autoconfianza o lo que es peor, una inseguridad de tu parte. Lo más importante es desarrollar un estilo propio y natural que incremente nuestas posibilidades de escuchar... ¡El trabajo es tuyo! 

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