sábado, 25 de agosto de 2012

El Temor al Qué Dirán


Ser esclavo de la opinión ajena, es una opción, y la otra, es liberarse de su yugo.
En el lapso de una vida normal, cada persona toma millones de decisiones, muchas de las cuales pueden desagradar a quienes les rodean. Esto hace necesario aprender a resistir las opiniones de otros acerca de nosotros o de nuestras acciones.
Aunque es algo relativamente normal opinar sobre la vida ajena, existen personas cuya diversión principal parece ser juzgar el comportamiento de los demás.A quienes integran este grupo, el escritor norteamericano Robert Ringer los ha catalogado como los “moralistas absolutos“, y afirma que de ellos, hay que defenderse.
El moralista absoluto es una fábrica de críticas, alguien que invierte gran cantidad de tiempo y energía diaria en intervenir en la dinámica de vida de sus semejantes con la idea de que puede o debe mejorarla. Lamentablemente, su iniciativa suele resultar venenosa, vertical, reduccionista y exageradamente moral.
Este perfil de crítico de calle, puede reconocerse por su interés en la vida ajena, por la astucia con la que protege su información privada, mientras busca conocer los detalles de la vida ajena. Su arma es la crítica, pero al ser detectado, justifica su compulsión crítica con argumentos “racionales”. Tiene habilidades para mostrarse necesario y persuasivo, y muchos caen en su trampa, sin comprender que no tienen interés de ayudar sino de destacar a través de la crítica perenne.

No hay comentarios:

Publicar un comentario