martes, 8 de febrero de 2011

La mirada interna como método de auto-conocimiento

La mirada interna o interior, constituye un método para observar el mundo interior, sin dilaciones, sin revanchas, sin quejas, sin amarguras... Este método, es el camino más corto y más íntimo para ser conciente de sí mismo, y aunque generalmente se mira al interior de acuerdo con una perspectiva externa, tal mirada constituye una búsqueda y un encuentro con las propias dudas, las propias potencialidades o los propios sueños.
En la generalidad de los casos, la mirada de sí mismos nos involucra con aquello que íntimamente deseamos ser, porque son nuestros pensamientos, nuestros deseos (intenciones) y nuestras acciones, el camino que recorremos para lograr lo que queremos o aspiramos ser, y en ese punto de la acción personal, la mirada interna se transforma en acto conciente para que desde las intenciones demos sentido a lo que hacemos.
De acuerdo con la propia observación del quehacer cotidiano, la mirada interna conforma el método más sencillo e íntimo para verse tal cual se es, y afirmar la coherencia entre lo que se piensa y quiere hacer.
Desde ese punto de vista, la mirada interna guía interiormente las intenciones, las moldea, las aclara, y finalmente les da sentido con el fin de conformar la experiencia, y a través de tal experiencia, poder dar respuestas originales a la exigencia del mundo externo. 
El método de la mirada interna implica ser sinceros consigo mismos, y a la vez que ser humildes para reconocer las frustraciones sin hundirse y los aciertos sin vanagloriarse. De tal estado de sinceridad surge la valoración de los actos, la cual puede ser o no coherente con los comportamientos cotidianos y en ese caso, tales estados producen respuestas de adaptación o des-adaptación a los contextos personales dentro de los cuales se actúa. 
Sin embargo, la mirada interna como método que induce a la acción externa (desde el mundo interior de los pensamientos integrados con los deseos), permanece dormida porque en la generalidad de los momentos, estamos invadidos por las sensaciones y los estímulos exteriores, los cuales influyen para que se actúe de manera pasivo-reactiva ante lo que sucede, y esa circunstancia origina la inacción ante los hechos cotidianos.
La inacción es un momento en que remamos contra la corriente, contaminados por el sin sentido de la “inmensa mayoría” que van para el mismo lado cargados de lo mismo... Además, tal remar contra la corriente genera inseguridad, frustración, desgaste, y depresión, y esto nos vuelve inútiles para generar acción de acuerdo con la propia iniciativa.

Esta “desviación” de la mirada interna nos produce comportamientos reactivos, porque fragmenta el pensar y el querer hacer, generando incoherencia entre el yo pienso, yo siento y yo actúo... Infortunadamente, en ese estado permanecemos la mayor parte de nuestra vida como seres humanos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario