miércoles, 16 de febrero de 2011

No dejes que los malos momentos te quiten tu energía (5 estrategias)

Resumen: Tu vida, como la mía, no está completamente compuesta de buenos momentos o de aquellos que  preferimos olvidar, si no de una combinación de ambos. Sé que son los “malos” momentos aquellos que te afectan mucho más. El peligro de mantenerte en estos estados improductivos es que te frenan en la acción. No puedes tomar decisiones ni avanzar. En este artículo te propongo 5 tips para recobrar tu energía y salir adelante.
 
“Encerrarte” en pensamientos negativos no es la solución, ya que por más que te esfuerces, no podrás evitar esos malos tragos que surgen en la vida. Sin embargo, tienes el poder de influir en tus emociones para que seas tú quien decida cuanto tiempo “quedarás atado” a una interpretación desfavorable del momento que estés viviendo. Para poder intervenir y cambiar tus emociones es necesario que hagas un análisis de los mismos y de las situaciones que las han generado.

Si dejas que estas emociones nocivas tomen las riendas de tu vida, corres el riesgo de generar o “atraer” aún más malos momentos, por eso que hoy quiero compartir contigo algunas estrategias que te permitirán no caer en el círculo vicioso de estos estados emocionales que no te ayudan, siguiendo tu camino hacia ese futuro que tú planeaste alivianándolo...

Estrategia 1
Puedes empezar por llevar un diario de tus emociones. Escribe libremente qué es lo que estás sintiendo en este momento y observa qué situaciones pudieron haberte llevado a ellas. Esto tiene un doble beneficio, por un lado tendrás una imagen mas clara de la situación en la que te encuentras y de las posibles salidas de ella, y por el otro, “descomprimirás” el momento dándote el permiso de desahogarte y expresar tus sentimientos.

Estrategia 2
Ten en cuenta que todo sufrimiento puede llevar consigo una experiencia y que de todo “fallo” o “fracaso” es una posibilidad de crecer y aprender. Está en ti sacar lo mejor de una situación, tu lección. Reconoce qué es lo que has hecho en ese momento y qué podrías haber hecho de forma distinta para que el día de mañana no te encuentre desprevenido y puedas hacer las cosas diferentes. Recuerda, si observas diferente, decidirás diferente, accionarás diferente... por lo tanto, los resultados serán diferentes.

Estrategia 3
Date un gusto en el momento que sientas que “el bajón” te esta abrumando. No es necesario que sea algo caro o complicado. A veces darse un gusto como tomar un helado, regalarte 30 minutos para escuchar tus canciones favoritas o ir al cine puede tener un efecto asombroso en tu estado de ánimo. Esto también puede ser una forma de hacer “limpieza de cabeza”, permitir relajar tu cuerpo, tu mente y emociones para luego enfrentar tus problemas con una mirada nueva y fresca. No olvides: mente ansiosa y desesperada no toma buenas decisiones.

Estrategia 4
Ponte en contacto con alguien en quien confíes. Es probable que ellos también hayan pasado por la situación en la que te encuentras y tengan algún consejo valioso que darte. Aún si no pueden ayudarte en la situación en la que te encuentras, su cariño y empatía pueden ser muy beneficiosos para ti, aportándote esa cuota extra de motivación que necesitabas para salir adelante.

Estrategia 5
Haz un stock o inventario de lo que tienes a tu favor; escríbelo. Reconoce aquellas cosas que sabes hacer, tus privilegios materiales, espirituales y físicos. Mira tu vida no en términos de lo que te falta, si no en qué herramientas posees y qué puedes hacer con ellas para mejorar tu situación. Al encarar el problema desde un punto de vista proactivo en lugar de uno derrotista, tus emociones se aliarán contigo para ayudarte en esos malos momentos.

Recuerda que los momentos adversos en tu vida no durarán para siempre, no es mentira el dicho que dice “siempre que llovió, paró”.  Cuando sientas que ese “bajón” te esta acechando y que no ves la salida, sigue estos útiles tips y verás como al modificar tu comportamiento y tus emociones se abren nuevas oportunidades.

Quiero compartir contigo un cuento para que nunca te detengas frente a los obstáculos si quieres llegar a tus sueños...

OBSTÁCULOS
Voy andando por un sendero.
Dejo que mis pies me lleven.
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.
Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa.
Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso. Temo... dudo.
Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.
Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo
Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos... Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto.
Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños...
Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca...
No dejaré que el muro impida mi paso.
Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.
Me recuerda a mí mismo... cuando era niño.
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?
El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí?
 
Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los trajiste tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario