viernes, 11 de noviembre de 2011

Fábula de la hormiga feliz

“Todos los días, muy temprano llegaba a su trabajo la hormiga productiva y feliz. Allí pasaba sus días, trabajando y tarareando una antigua canción de  amor. Ella era productiva y  feliz, pero tenía un grave problema:¡no era supervisada!
El  abejorro,  nuevo  gerente  general,  consideró  que  trabajar  sin supervisión no era conveniente para la productividad. Así que creó el puesto de  supervisor. Para ese puesto, contrataron  a  un calificado escarabajo.
El  escarabajo  supervisor conocía muchas teorías como jit, kaisen, kanban. La primera preocupación del escarabajo supervisor fue organizar la hora de llegada y  salida de la hormiga.
Pronto  fue  necesario  crear  el  puesto de secretaria para que ayudara a preparar los informes. La otra gran parte de su tiempo la dedicó a preparar hermosos  y voluminosos  informes.  Así que contrataron a una arañita muy picuda en asuntos de software y call center, que organizó los archivos y se encargo                                                       del teléfono.
Mientras  todo esto ocurría, la hormiga seguía productiva y feliz; trabajaba y trabajaba sin parar. El abejorro, gerente general, estaba encantado con  los gruesos informes del escarabajo supervisor, sin embargo pidió cuadros comparativos y gráficos con indicadores de gestión y análisis de tendencias.
Entonces  fue necesario contratar un gorgojo especialista en ISO 9000, ISO 14000, para que le ayudara al supervisor. Tantos eran los informes, que fue indispensable   comprar   dos   nuevas   y   modernas   computadoras.   Pronto   la hormiga  productiva  y  feliz  dejó  de  tararear  sus  melodías.
Tiempo  después  comenzó a quejarse de todo el papeleo que había que hacer ahora. El abejorro gerente, entonces, consideró que era momento de hacer un F.O.D.A.  y  adoptar  medidas.  Así  crearon el cargo de gerente outsourcing en el área donde trabajaba la hormiga productiva y feliz. En el cargo fue nombrada una  cigarra  que  remodeló su oficina, cambiando    alfombras,    cortinas,    aire   acondicionado    y    muebles.
El  nuevo  gerente  de  área necesitó, claro está, un nuevo computador e impresora de última generación. Después de un brainstorming en una reunión de gerentes, se decidió que    había que  tener una red local, y   por supuesto contratar un  ingeniero de sistemas.
El  nuevo cargo fue ocupado por un aguerrido ingeniero piojo egresado de una universidad, muy ducho en Windows xp, Linux, Oracle, bases de datos y TI.
Con  tanta  información  y  bases  de datos, el nuevo gerente de área, donde trabajaba la hormiga productiva y feliz, pronto necesitó un asistente. Un súper grillo  trilingüe con años de experiencia en balanced scorecard, que había sido su ayudante en la empresa anterior, fue contratado. Este grillo debía   ayudar   a  preparar   el   plan   estratégico   y   el   presupuesto   para   el  área  donde trabajaba  la  hormiga  productiva  y  feliz.
La  hormiga ya no tarareaba sus viejas melodías y cada vez se le notaba más triste. “Vamos a tener que contratar un estudio de clima organizacional un día de estos”, dijo la cigarra. Para hacer ese diagnóstico de clima organizacional se contrató a una experta: una luciérnaga, la cual era especialista en Coaching, Clientemanía Empowerment, Inteligencia emocional, CRM.
El  informe  concluyó  que  era  necesaria  una reingeniería. Pero un día el abejorro, gerente general, al revisar las cifras, se dio cuenta de que la unidad de negocios donde trabajaba la hormiga productiva y feliz, ya no era tan rentable como antes. Así que contrató a un búho, prestigioso consultor senior del World Class Consulting Group, organización especialista en el enfoque de organizaciones inteligentes. El objetivo de la contratación: hacer otro  diagnóstico esta  vez  integral.
El  búho  estuvo tres meses en la empresa haciendo encerronas, y pronto emitió un sesudo informe, que concluía en el siguiente diagnóstico, totalmente sorpresivo:  “Hay  demasiada  gente  trabajando en la empresa.” Después de la exposición del búho, el abejorro, gerente general, siguió el consejo del experto y despidió… ¡a la hormiga!!

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