viernes, 11 de noviembre de 2011

¡Se sufre tanto...!

Aprecia@ suscriptor@, yo sufrí muchas veces en mi vida. Y desde los seis años me sorprendió observar cuánto sufre la gente. Desde entonces, no he parado de investigar y reflexionar sobre esto. Leí mucho, estudié mucho, participe de gran cantidad de grupos y organizaciones de diversa índole. Encontré sufrimiento y mucha hipocresía. Se dice una cosa, pero se hace otra. Hoy que vivo en paz, he aprendido la causa principal del sufrimiento. ¡No es una idea original mía! Sabios de hace miles de años ya lo descubrieron. También lo hizo un Iluminado que dio origen a una poderosa corriente religiosa. Mi descubrimiento tiene sólo el mérito de haberlo reflexionado y experimentado por mí mismo. Muchas veces bromeo con la frase "se sufre tanto...", seguida de un suspiro. Pero hay mucha gente que lo dice muy en serio. No quiero que sufras demasiado, por eso comparto contigo este breve escrito.
Antes, señalo que la causa principal del sufrimiento es el apego. Y esto, conlleva, entre otras cosas, esperar algo de los demás. Cuando estás esperando una retribución, sufrirás si no te la dan o no es como esperabas que fuera. Si no esperas nada, no sufres, porque si no hay retribución, sigues en paz. Y si alguien te da algo, ¡magnífico! ¡Cuántas veces me ha tocado orientar a alguien que me dice: "No sé que pasa conmigo, ayudo a tanta gente y nadie me lo agradece". Quizás consideres legítimo esperar una retribución, pero ten en cuenta que mientras más esperes algo, más sufrirás.

Muchas personas ayudan a sus amigos con expectativas de retribución por su servicio. Luego, si no tienen respuestas, se sienten resentidas, desdichadas y, a menudo, desarrollan alguna animosidad hacia aquel al que ayudaron. Oímos que la gente dice: "Lo ayude muchísimas veces de este o de aquel modo, pero el nunca me lo agradeció; incluso se volvió enemigo mío". En realidad ese hombre no ayudo, porque detrás de su acción no había una motivación importante; había expectativas de algún género de reconocimiento. La ayuda brindada con una motivación heterogénea de esa índole creara automáticamente un rechazo secreto desde el corazón de aquel a quien ayudáramos.
Hacer regalos a nuestros amigos, en diferentes ocasiones, debe tener la misma motivación impersonal. Originalmente, era un acto de buena voluntad. Uno satisfacía la necesidad de un amigo, pero, poco a poco, este concepto de subvenir a las necesidades, se transformó en formalidad y, con el tiempo, fue un acto obligado.
Si podemos ayudar a los demás en lugar de criticarlos, empezaremos a ver nuestras necesidades y usar nuestra mente para satisfacerlas. Así cuando nuestros jóvenes perturbados aprendan a usar estas técnica, eliminarán poco a poco los obstáculos que son responsables de su delincuencia, sin importar en que ámbito de su mecanismo se hallen los obstáculos; y podrán generar su fuego interior y constructivo. Por tanto, enseñemos a nuestros hijos a obrar bien en el hogar, en la escuela y en el mundo. 

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