martes, 17 de julio de 2012

"La vocecita"


Nunca he tenido un reto más grande que el 16 de septiembre de 2008 cuando tuve la oportunidad de ser el primer latino en conducir The Price is Right Live en Las Vegas, Nevada.
Nunca he sentido más adrenalina, más deseos de lograr algo y de- mostrarle a los productores que me estaban dando la oportunidad, al público, a la gente de mi país, a mis amigos, pero sobre todo a mí mismo, que podía hacerlo. Estaba a punto de librar la batalla más difícil de mi vida. Pero el reto realmente no era convencer al público, improvisar con los concursantes o impresionar a los productores. El reto era manejar esa vocecita en mi cabeza que quería “cuidarme” del peligro. “Vas a hacer el ridículo”, “éste no es tu idioma y no puedes hablarlo con la naturalidad que hablas el español”, “qué necesidad tenemos de hacer esto, si en español nos va muy bien”, “no lo hagas, esto va a ser un desastre”, “el público va a notar tu acento”, “no van a entender lo que dices”, “los americanos no quieren a los mexicanos y te van a abuchear”, etcétera, etcétera.
En muchas otras ocasiones mi vocecita ya me había atacado justo en los momentos decisivos poniendo en peligro el futuro de mi carrera.
La recuerdo casi congelándome en mi primer programa de radio, así como cuando hacía televisión local y especialmente en mi debut en televisión internacional.
La vocecita me había hecho sentir tanto miedo que mis manos temblaban y tenía que apoyar los codos contra mis costillas para tratar de disimularlo. Eso no podía suceder en Las Vegas.
Pero ese día en el Ballys Hotel & Casino tenía una gran ventaja sobre ella que antes no había tenido. ¡La estaba esperando y no le tenía miedo!
Había anhelado y soñado con ese momento por más de 10 años y ahí estaba por fin, parado detrás de esas puertas que tenían el nombre del concurso más exitoso en la historia de la televisión de los Estados Unidos. El momento de demostrar que podía fluir con naturalidad en un idioma que empecé a practicar hasta que tuve 27 años había llegado.
Había hecho todo lo necesario. Miles de horas estudiando, viendo la televisión, leyendo, viajando y haciendo todo lo que me recomendaban los expertos para entrenar a mi mente para pensar y reaccionar automáticamente en inglés.
Primero dejé mi país arriesgando la estabilidad de mi carrera para hacer televisión hispana en los Estados Unidos y así tener más oportunidades de hablar inglés, y después dejé Miami, arriesgando todo de nuevo para vivir en una ciudad donde el inglés fuese el idioma predominante y así convertirme en una persona no solo bilingüe sino bicultural. Muchos no lo entendieron y me criticaron. ¿Qué haces en Phoenix? ¿Por qué ya no te vemos haciendo televisión en español tan seguido como antes? ¿No extrañas tu cultura? ¡Como México no hay dos, yo no podría vivir con los gringos! Palabras y más palabras que venían de gente que no entiende o no respalda mi misión. Pero a pesar de todo nunca me detuve, pues desde muy pequeño mi mamá me entrenó para creer que puedo lograr todo lo que quiera, siempre y cuando esté dispuesto a pagar el precio y en este caso vivir en inglés era el pasaporte para entrar al mercado más importante del mundo.
Trabajé muy duro con Larry Moss, el “speech coach” más importante de Hollywood para reducir mi acento y entender los acentos de todos los rincones de Estados Unidos. Fueron cientos de horas pronunciando nombres, ciudades y estados para que nada me tomara por sorpresa. Es decir hice mi tarea y estaba preparado, pero a mi vocecita eso no le im- portaba. La vocecita no tiene lógica, no entiende razones, sólo explora el peor peligro y se opone rotundamente a que nos salgamos de nuestra zona de confort, porque simplemente no sabe si vamos a poder “sobrevivir” en este nuevo lugar. Pero ese día de la Independencia de México estaba listo para decirle a mi vocecita exactamente lo que íbamos a pensar. Por eso cuando Randy West, la voz oficial del programa le pidió al público el conteo regresivo…5, 4, 3, 2….y dijo en perfecto inglés, alargando sus vocales con el clásico estilo de los programas de concurso y con la energía que hace que el público se contagie y empiece a gritar: “Here it comes, from the Jubilee theatre in fabulous Las Vegas, the greatest 60 minute spectacular price is right!”
Mi vocecita hizo lo que gracias a haber estudiado con Blair Singer desde el 2004 sabía que haría: ¡Decirme todo lo que podía salir mal! En ese momento le dije: “Gracias, ya te escuché, pero vamos a recordar el arranque de Atínale al precio, justo cuando salí y recibí el primer aplauso, la emoción de los primeros concursantes, el éxito del programa, las lágrimas de mi mamá al verme triunfando con mi primer programa de televisión. Recordé cómo me sentía, quién estaba ahí, qué me decían, los rostros de la gente, pensé en México, en Tijuana, en Ciudad Obregón, en mis amigos, en mi familia, en mis maestros, en toda la gente que me dijo, te va a ir muy bien, lo vas a hacer perfecto, naciste para esto, tu inglés es excelente, tu acento te hace más interesante y no sólo recordé, podía ver sus caras sonriéndome, sentía sus abrazos y su amor, y cuando Randy llamó al cuarto y último concursante diciendo: “Come on down, you are the first four contestants on The Price is Right Live”… imaginé lo que dirían los periódicos al día siguiente cuando mi país celebrara conmigo el éxito de este primer paso y pude sentir los abrazos de mi equipo: Pamela, Carlos, David, Miguel, María, Vicente, Adrián, Toni y muchos más que no acabaría de mencionar…. Escuché a Randy anunciar: “And here is the star of The Price is Right Live…” hice un puño tal y como lo aprendí con Blair Singer… Randy dijo “Marco…” yo miré hacia arriba y pensé en lo mucho que Dios me ama y me ayuda siempre que lo necesito, Randy dijo “Antonio…” sonreí tratando de contener las lágrimas y la emoción, Randy dijo “Regil” y la puertas se abrieron y escuché claramente los inconfundibles gritos de algunos mexicanos que estaban en el público y sobresalían del aplauso de los demás. Y fue así como después de 23 años de trabajo, el sueño de trabajar en inglés empezó a tomar forma.
¿Y mi vocecita? En cuestión de segundos pasé del miedo a sentirme 100% exitoso y 100% amado y desde ahí, no hay nada ni nadie que me pueda detener.
Gracias Blair por ser mi amigo, mi maestro y por ayudarme a entender que yo puedo decidir qué pensar y convertir a mi peor enemigo en mi mejor amigo. Esa lección es algo que ¡no tiene precio!
Tienes en tus manos la mejor herramienta que puedes encontrar para convertir tus sueños en realidad. Lee este libro, disfrútalo y aplícalo en tu vida para que al igual que yo puedas cambiar tu manera de pensar en cuestión de segundos y ser tan grande como tú lo decidas.
Es un honor para mí ser parte del equipo de Blair Singer y La Vocecita.
¡Un abrazo y todo el éxito!


Marco Antonio Regil

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