miércoles, 5 de junio de 2013

La jerarquía de la mano invisible...

Muchos directores creen que si faltan las orientaciones y una continua supervisión del rendimiento, las organizaciones se hunden en el caos. Pero allí, donde se han definido las funciones e incentivos adecuados, los empleados suelen aprender rápidamente a auto-organizarse y auto-motivarse. Cuando falta la tradicional estructura de mando y control, pero se proporcionan los apropiados parámetros que guíen las conductas, no surge el caos sino una serie de arquetipos altamente beneficiosos para la organización.

Irónicamente, muchos ejecutivos saben que eso ocurre en los mercados, pero no creen que pueda ocurrir en sus organizaciones. Es decir, reconocen la existencia de la denominada "mano invisible" que coordina la economía (por medio de incentivos que ayudan a los mercados a liberarse del exceso de suministro y a que se genere demanda y crecimiento), pero olvidan el potencial de esa fuerza en sus propias organizaciones y prefieren basarse en una forma de mando y control que -por otra parte- rechazarían para la economía en su conjunto.

Las organizaciones facultadas florecen bajo la mano invisible y languidecen bajo el estilo de mando y control. Se trata de una forma que ha sido sometida a amplias pruebas y exámenes, especialmente en las empresas de servicios profesionales (tales como bancos de inversiones, empresas de ingeniería, de consultoría) y en sectores industriales (como el petrolero, la electrónica, los ordenadores y los medios de comunicación).

Facultar una organización es una de las funciones clave de los ejecutivos. En gran parte, el facultamiento refleja la elección fundamental entre una organización vertical -de arriba hacia abajo- y otra organización horizontal, más participativa y capacitada. La jerarquía satisface la necesidad de la toma de decisiones en una organización y la natural tendencia -en todos los entornos- a que surja el liderazgo entre las personas. Todavía persiste innecesariamente el debate sobre la eficacia relativa de las dos formas, cuando en el contexto de una empresa ambas son necesarias y complementarias: ninguna debe sustituir a la otra.

La empresa necesita la coexistencia de los dos modelos: la jerarquía y el facultamiento. En la jerarquía, la delegación es capacitación del personal. En una organización facultada, la capacitación del personal crea la jerarquía de líderes.

Las consecuencias de una jerarquía excesiva son la burocracia y la inflexibilidad, la lentitud en las decisiones y, en último término, la anarquía. La cuestión no es jerarquía SI o jerarquía NO; sino ¿cuánta jerarquía y con qué finalidad?

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