En una conferencia escuché al maestro Jorge Bucay una pequeña historia que sin duda me hizo reflexionar y aprender, brevemente te la comparto:
Un peregrino se encontró en su viaje a la bestia de la Peste, al preguntarle a dónde iba, esta le contestó: “Voy a esa ciudad por diez mil almas”. Cuando el peregrino regresaba de visitar esa población se volvió a encontrar a la bestia cuestionándola sobre su aseveración. Dijiste que irías por diez mil almas y en unos días que estuve en la ciudad murieron cincuenta mil, ¿por qué me mentiste? La Peste le contestó de inmediato: “Yo me llevé diez mil almas, las otras cuarenta mil se murieron del Miedo”.
Tres son las emociones más fuertes, el amor, el odio y el miedo este último es el único en el que el otro, los otros, las instituciones, el mundo, pueden incidir, pueden crear, pueden afectar.
Cuando alguno de los sentimientos limitantes se apodera de ti, es necesario hacer una pausa, cuestionarte varias veces su raíz, sus motivos.
Hoy esta emoción ocupa la reflexión, ante las crisis; quedarse sin empleo; frente a la inseguridad, que se manifiesta en la pérdida de libertad de movimientos, de pasear o ir donde nos plazca; las epidemias en boga, en donde presumiblemente el equilibrio de la salud está en juego.
Cuando los motivos que provocan el miedo nos son conocidos, es preciso confrontarlos con la realidad y preguntarnos cuál sería el peor de sus escenarios, en razón y en emoción tenerlos presentes. La práctica de la meditación, de una respiración consciente y controlada hará que disminuya la presencia del temor. Contrarrestarla con emociones positivas, con confianza, es el secreto. Exhala el negativo, inhala el positivo, llena todo el cuerpo de amor y paz, de su luz.
La ruta de la solución frente a los miedos parte de creer en ti, en saberte merecedor de lo mejor, en la seguridad de pedir y el saber hacerlo ante el Universo. En mi libro “Los secretos detrás del secreto” te desvelo cómo enfrentarlo, diciéndole: “Hola miedo, te invito a platicar, ¿por qué estás en mi vida?, ¿quién eres y qué quieres de mi?
Es preciso conocerte para poder liberarte ¿a qué le temo?, ¿a equivocarme? ¿A qué me critiquen y me juzguen?, ¿al fracaso?, ¿a sentirme solo?
Al abrir las manos y soltar este sentimiento debes decir: “te dejo ir, tan lejos como sea posible, tu espacio ahora es el de la confianza”
La meditación es conseja de todo tiempo, debe ser un hábito. La repetición diaria de este ejercicio transforma las limitantes en oportunidades; la práctica hace al maestro; debes permitirte la creación artística y responsabilizarte de enseñar a tus cercanos, dando e imbuyendo la seguridad en uno mismo, en especial a los niños.
El riesgo y la incertidumbre son siempre los peores males, los que nos hacen dudar de decisiones; el miedo parte de ellos, la mayoría de las veces nos son ajenos.
Esta emoción real o ficticia, a veces provocada, hace imperceptible la realidad, hace invisible los sucesos de ayer, de hoy y la posibilidad del mañana; constantemente evita lo palpable, al materializarse lleva a la angustia y a la parálisis impidiendo el sano proceso de elegir caminos y tiempos.
En la Ley de atracción, temores y angustias tienen suprimido su espacio. El pensamiento positivo nos lleva a la ocupación, al análisis y a la búsqueda de objetivos y alternativas; el negativismo quita hasta la luz de la esperanza; hace temblar y nos retira la seguridad de los movimientos aprendidos desde el nacimiento; impide ver, en su evidente egoísmo acapara toda nuestra energía.
El miedo sin ocuparte te clausura la vida y nada puede estar por encima de tu propia existencia.
Vivir es un riesgo, una preocupación y una ocupación, sin que las circunstancias que lo provocan tomen tu vida casi por asalto.
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