miércoles, 5 de junio de 2013

Un capital personal

Luego de gestionar una enorme fortuna, un joven corredor de bolsa lo perdió todo en acciones de alto riesgo y fue despedido. Cuando trató de buscar un nuevo trabajo, no encontró a nadie que pudiera ayudarle. Estaba tan orgulloso de sí, que no se había molestado en cultivar el tipo de relaciones que pudieran haberle "dado una mano" en aquel momento. Fue así, que aprendió la lección de su vida:
"En el mundo de los negocios, las relaciones lo son todo"
Al cabo de seis meses -y más de 500 llamadas telefónicas infructuosas- acabó consiguiendo otro trabajo, mucho más humilde que el anterior. No obstante, su actitud básica había experimentado una transformación radical...

Actualmente, es gerente de una sociedad financiera y conoce a todas las personas del sector. Es muy posible que hoy, en caso de perder su trabajo, no le hiciera falta más que un par de llamadas para encontrar otro.
Las redes de contactos constituyen un capital personal.
El éxito de nuestro trabajo depende, en gran medida,
de la red formada por las personas que conocemos.
Una de las virtudes de "cultivar las relaciones", tiene que ver con la buena disposición y confianza que esta práctica genera entre las personas. Quienes más valoran cultivar las relaciones -y dominan perfectamente este arte- más efectividad alcanzan en los distintos aspectos de su vida. Las relaciones son especialmente importantes en una organización, ya que constituyen los "eslabones" que permiten unir las distintas habilidades de las personas.

Estas relaciones pueden ser bastante diferentes de aquellas que cultivamos por mero placer, o que se dan "por casualidad". En este sentido, el establecimiento de una red de contactos exige un trabajo más consciente (buscar y crear contactos) y un compromiso (mantener sana y activa la relación con esos contactos). Para ello, las personas diestras en establecer relaciones suelen combinar su vida privada con su vida profesional, algo que exige claridad y disciplina.

Las personas tímidas, introvertidas y solitarias son, obviamente, pobres en el cultivo de este tipo de relaciones. Y quienes se limitan a aceptar las invitaciones que les hacen, pero no responden del mismo modo -o limitan su conversación a las cuestiones laborales- hacen muy poco por ampliar su red de contactos.

La buena comunicación es crucial para el establecimiento de relaciones sólidas y provechosas, ya que éstas dependen del grado de empatía que tengamos por nuestro interlocutor. O sea, de nuestra capacidad de entenderle y "ponernos en sus zapatos". Cuando sabemos comunicar, nuestra empatía aparece de manera natural en el curso de cualquier conversación (relacionada a la familia; el trabajo; el deporte, o cualquier otra cuestión).

La adecuada articulación de un sistema de relaciones puede generar una inmensa fortuna, mientras que su ausencia (especialmente en tiempos difíciles) puede acabar "pasando su factura". Finalmente, el establecimiento de relaciones consolida -poco a poco- amistades y nuestra "red de contactos" inicial, se transforma en una "red de amigos". Una fuerte alianza, con la que siempre se puede siempre contar.

COMUNICAMOS NUESTROS SENTIMIENTOS
Darle a una persona una opinión negativa sobre ella, o sobre algo relacionado con ella, es una de las acciones más difíciles que existen, pero también una de las más necesarias. Muchas personas tienen "puntos ciegos" que nunca superan, porque nadie supo comunicárselos. Todos tenemos miedo de romper una relación, o de comprometer nuestro futuro, al enfrentar esta situación difícil.

En estas circunstancias, lo mejor es hablar de uno mismo y no del otro. Describiendo nuestros propios sentimientos, percepciones y preocupaciones... más que acusando o juzgando. Este enfoque hace que la otra persona se abra y escuche nuestra información, respecto de su punto ciego, sin sentirse amenazada de manera personal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario