miércoles, 8 de junio de 2011

Educarse olvidando

Nos preocupa más tener cosas que deshacernos de ellas. La educación -concretamente- se preocupa más por la adquisición y retención de los conocimientos, que por su expulsión. Los maestros trabajan para que una persona que no sabía algo... lo sepa. Ellos se muestran satisfechos cuando aprendemos algo y haberlo aprendido bien significa que no lo olvidaremos. Por ejemplo, cuando nos enseñan las tablas de multiplicar, su mayor anhelo es que nunca las olvidemos.

Imaginemos una teoría del aprendizaje que se ocupe de hacer exactamente lo contrario: que una persona que sabe algo en un momento, alcance un estado posterior en el que ya no lo sabe. Semejante idea... ¿tendría consenso en la comunidad educativa?

Difícilmente, porque la regla general es: incorporar conocimiento es bueno, olvidar es malo. Sin embargo, nuestras "acumulaciones" pueden ser un obstáculo para el aprendizaje.

Es sabido que las creencias influyen en la percepción. Para aumentar nuestra percepción -y consecuentemente nuestra capacidad de aprendizaje- necesitamos estar dispuestos a librarnos de algunos conocimientos regularmente.

Cuando nos servimos una taza de té, nos detenemos cuando está llena, para no derramar el contenido. Lo mismo hacemos cuando otra persona nos sirve: le decimos "basta" cuando lo consideramos suficiente. La taza de té se parece a nuestra mente: si la llenamos continuamente... se derrama! Es necesario que digamos "basta" para que el conocimiento no se derrame, ni se desperdicie, ni nos impida aprender cosas nuevas.

Consideremos la siguiente situación:
Un piloto militar estaba aprendiendo a volar en planeador. En un momento, confesó que le resultaba mucho más difícil aprender que a su esposa, que nunca había piloteado una nave. El relacionaba y comparaba los dos tipos de naves en todo momento. Por ejemplo, buscaba controles que no existían en esa máquina.

Sus conocimientos se interponían en su aprendizaje.
Suele pensarse que si -por ejemplo- le pedimos a un alumno diestro que dibuje con su mano izquierda, estamos impidiéndole utilizar aquello que ya sabe y domina rutinariamente. Pero hay veces en que es necesario "olvidar", para continuar aprendiendo.

Todos conocemos personas que se mantienen -a lo largo de los años- con las mismas ideas, teorías y temas. Repiten aquello que aprendieron en el pasado. Este hábito empobrece su vida intelectual, porque los priva de todo progreso o evolución en su pensamiento. Para vivir una vida intelectual rica, debemos involucrar muchos "olvidos".

Así como un artista no comienza con un estilo definido, sino que lo moldea a lo largo de su carrera, nuestro pensamiento no comienza con una visión, sino que debemos formarla. Y sólo podemos hacerlo poniendo en movimiento nuestras ideas, un hábito que implica más olvido que reiteración.

A las personas debemos tratarlas con cuidado, pero a los conocimientos podemos tratarlos descuidadamente. Están para que los usemos, no al revés. Cada tanto, será necesario deshacernos de algunos de ellos para "purgar" nuestra mente.

Un conocimiento no reemplaza a otro automáticamente. Aunque resulte traumático, después de olvidar necesitaremos esperar. Al igual que cuando terminamos una relación, "terminar" con un conocimiento involucra un período de "duelo". Así como nos cuesta estar solos (sin compañía humana) nos cuesta estar sin un conjunto de creencias. No toleramos la soledad... ni la ignorancia. Pero esta tolerancia es parte del aprendizaje, tanto como la incorporación de conocimientos.

Quizás la educación trate más acerca de perder que de ganar. Es más importante renovar nuestras ideas y poner en duda nuestras creencias, que acumular conocimientos.

Educarse olvidando... una idea para recordar!

No hay comentarios:

Publicar un comentario