jueves, 16 de junio de 2011

Es líder el que quiere

En numerosas ocasiones hemos escuchado y leído, en los medios de comunicación o en las distintas tertulias que llenan los espacios radiofónicos, que si cierto político es un líder y que si el otro no tiene liderazgo.
Todos tenemos capacidad potencial de liderazgo. Incluso las personas más reacias a mandar alguna vez se ven obligadas a hacerse cargo de una situación. A menudo la modestia, la falta de seguridad en uno mismo o la inexperiencia son las causas que nos impiden asumir la posición de líder. 
La mayoría de la gente, durante gran parte de su vida, desempeña un papel de subordinado, y el líder debe incluir, asimismo, una buena dosis de subordinación. Liderazgo y subordinación son complementarios. Un hábil subordinado sabe como contribuir al éxito de su líder y un buen líder actúa en beneficio de sus subordinados. 
El líder nace y se hace. La capacidad de liderazgo puede adquirirse mediante la práctica y el esfuerzo. Entre otros aspectos sustanciales de un liderazgo capaz, resaltaremos: 

Profundizar en el conocimiento de uno mismo: en qué habilidades destacamos, qué conocimientos específicos tenemos o debemos profundizar, qué experiencia puede ser fuente de nuestra inspiración, cuál es nuestro nivel de estabilidad emocional y afectiva, etc. 
  • Comprender a los demás: qué les motiva, cuales son sus valores importantes, qué recompensas les puede estimular, etc. Nuestro objetivo debiera ser el llegar a una comprensión mutua y a un respeto recíproco. 
  • Menos poder y más autoridad: el poder es la fuerza estatutaria que nos otorga la organización, la autoridad es la capacidad de conseguir que los demás nos sigan por voluntad propia. El poder se viste a menudo de rigidez y centralismo, la autoridad es flexible y delega. 
  • Comunicación: saber comunicar entra en las Habilidades Sociales. No se nace sabiendo comunicar con eficacia y de forma satisfactoria. Es necesario desarrollar autocontrol, porque nuestros impulsos no siempre son positivos, y coherencia, en particular entre nuestro discurso y nuestros actos. Mejorar nuestra comunicación supone tener capacidad de aprendizaje para rectificar los errores. 
  • Determinar prioridades: confundir lo importante y lo accesorio es uno de los defectos más problemáticos del directivo. Porque le lleva a desorganizar el trabajo de todo su equipo. Para saber distinguir entre lo importante y lo urgente, es preciso tener objetivos claros, seguridad en uno mismo y confianza en los colaboradores. 
  • Visión de futuro y enfoque global: la visión de futuro está relacionada con la capacidad a ver la potencialidad de situaciones que aun no se han producido. Es un rasgo relacionado con la imaginación, pero también con nuestra forma de captar informaciones. Algunas personas se enorgullecen de ser realistas y tener los pies firmemente anclados en la tierra pero el exceso de realismo puede llevar al líder a rechazar todo lo que no se puede demostrar, lo cual es una gran desventaja para conseguir visión de futuro. Tener un enfoque global es ser capaz de ver el bosque y no solo los árboles. 
  • Asumir el mando: el líder debe decidir. Debe intentar captar las ideas de todos y consensuar las decisiones, pero al final, deberá asumir la responsabilidad de las mismas. 
Como dice Carol A. O´Connor en su libro "Aprende los secretos de una dirección eficaz en una semana": "La capacidad de liderar está al alcance de todos". 
Debajo de este título provocador aparece un sencillo y práctico manual que puede servir de introducción a todos aquellos que, por primera vez y de la noche a la mañana el tren de la vida les deja en una estación con un equipo humano que coordinar y dirigir. 

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