jueves, 28 de julio de 2011

Del problema a la solución

“El mundo está cambiando…y cambiará más” decía una pegadiza canción que escuchaba allá lejos y hace mucho, cuando las nieves del tiempo aún no se depositaban sobre mis cabellos. Y tanto ha cambiado que a cada momento nos vemos sorprendidos por nuevos conocimientos que implican, necesariamente, nuevos conceptos y nuevas palabras que los expresan. Una de ellas, que me ha sorprendido es…¡exteligencia!
Yo, seguramente igual que usted, me he preguntado desde pequeña si era o no inteligente y, más adelante, si esa inteligencia era mensurable y, más recientemente, si esa inteligencia era definitoria para el éxito en la vida, haciéndome eco de los cuestionamientos actuales… ¡pero nunca se me ocurrió preguntarme si yo era exteligente y cuánto afectó eso mi vida! ¿Usted tampoco? Pues entonces vamos a investigar de qué se trata y a ver si nos sirve de algo…
El término exteligencia fue acuñado por dos escritores científicos, Ian Stewart y Jack Cohen hace apenas algunos años, para dar cuenta de que, a diferencia de la inteligencia que conocemos, que es considerada como una propiedad del individuo, hay otro tipo de inteligencia que surge como resultado de la interacción. Esto es, mientras la inteligencia alude al trabajo interno y solitario que ocurre en la oscura intimidad del cerebro, y que se manifestaría en la forma en que las personas procesan información y analizan los problemas, la exteligencia vendría a ser lo creado en un discurso, en el cual se negocian significados con otros, trabajando juntos, ya sea con un libro o con otro cerebro, y aprendiendo cosas. Y es de la interacción entre inteligencia y exteligencia, que el nuevo conocimiento es creado.
¿Sorprendidos? Pues yo sí por la palabra nueva, aunque no tanto por su significado, porque en realidad esta idea está en el corazón de la disciplina del coaching, desde el momento en que supone que lo que nos hace humanos es el lenguaje, ya que es justamente mediante él que podemos construir nuevas realidades. Como repito a menudo, uno de los lemas centrales del coaching es que nada ocurre que no sea conversado antes, lo cual pone un acento especial en el lenguaje como materia prima no sólo para el pensamiento sino como promotor de acciones.
¿Y por qué sería interesante hacer la distinción entre la inteligencia y la exteligencia? Pues según el Dr. Mark McKergow, un afamado consultor (coautor del libro The Solutions Focus: The SIMPLE Way to Positive Change), con esta nueva distinción, “en lugar de usar instrumentos psicológicos para reunir datos acerca del funcionamiento interno de la mente, resulta mucho más simple observar e interactuar con el funcionamiento externo de las personas, bajo la forma de lenguaje y exteligencia”. Eso significaría que “en lugar de deplorar la forma en que alguien “es”, nosotros podemos tomar en cuenta de qué manera nuestro lenguaje, exteligencia e interacciones lo están manteniendo ahí, o sacándolo de ese lugar”. Y esto que parece sin mucho sentido, tiene una trascendencia enorme, porque significaría que en lugar de centrarnos en los problemas, analizándolos y tratando de separar mentalmente sus componentes en partes para simplificarlos y poder abordarlos (con foco en la mente), con lo cual perderíamos la dimensión de problema, es más fácil enfocarse en la solución ahí afuera buscando la más simple de todas…. ¡aunque sin simplificar, como dijo Albert Einstein!
Dicho en forma sencilla y resumida, se trataría de relevar lo que ya está funcionando a nivel de solución, en lugar de analizar las causas del problema. Precisar lo que se quiere obtener como resultado, en lugar de diagnosticar y definir el problema. O sea, concentrar los esfuerzos en construir la solución en lugar de resolver el problema. Y cuando de problemas humanos se trata, abocarse a enfocar las interacciones entre individuos, antes que al individuo solo, tomando en cuenta, además, que cada caso es distinto y no se pueden usar reglas generales.
Tan efectiva ha resultado ser esta propuesta, que ha dado lugar al surgimiento de lo que se conoce como Terapia Breve enfocada en la Solución, y que ha sido probada empíricamente tanto en el campo de los cambios corporativos, como en los problemas de comportamiento escolar y los de salud ocupacional.
En el centro de esta propuesta innovadora, podemos destacar tres preguntas centrales que la motivaron:
  • ¿Qué ocurre cuando, en lugar de analizar un problema, antes analizamos la solución?
  • ¿Qué ocurre cuando, en lugar de enfocarnos en los individuos, nos ocupamos de sus conversaciones?
  • ¿Qué ocurre cuando, en lugar de enfocarnos en el cerebro, nos enfocamos en el diálogo y en el lenguaje?
Sin duda alguna empiezan a pasar muchas cosas diferentes y se abren nuevas opciones, porque aún cuando hay muchos seres vivos que manifiestan tener algún tipo de inteligencia , ”lo que nos hace humanos -como propone McKergow- es nuestra exteligencia: nuestra habilidad para hablar, escribir, manipular signos y símbolos y comunicarnos de manera rica con los demás... Este es el aspecto de los humanos al cual ninguna otra especie todavía se aproxima”

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