miércoles, 20 de julio de 2011

Delegar en la familia

Una empresa llamada familia
Ver el trabajo de la casa como el trabajo que se realiza en cualquier empresa de la que se esperan muchos y buenos resultados es importante para mejorar la calidad, tanto de la vida privada como de la vida laboral, y conseguir tener más tiempo libre para aquellas otras actividades, con frecuencia más importantes, para las que normalmente nos falta tiempo.
Verlo así permite "hacer de su casa un hogar". Un hogar que no es un hotel donde cada uno va a lo suyo, sino donde cada uno colabora para hacer de la casa un sitio donde todos estén a gusto. Un hogar que sea acogedor y agradable para todos, donde se descanse y se esté bien, pero no a costa de una sola persona.
La casa es una empresa en la que hay que realizar a diario, pero también semanalmente y mensualmente, muchas tareas. Tareas que deben coordinarse con efectividad. Muchas de ellas puedes delegarlas en otras personas. Sólo una, la más importante, ser padre o madre, no la puedes delegar. Esa debes hacerla tú y para ello necesitas tiempo y energía.

¿Por qué hay que delegar?
¿Empleas tu tiempo, tan valioso, en cosas realmente útiles o lo pierdes haciendo cosas que otros podrían o deberían hacer? ¿Pueden los otros hacer las cosas tan bien como las haces tú?
Hay que delegar para no volverse loco, para poder descansar, para tener tiempo para ti mismo y para hacer cosas que te gusten con tu familia o solo.
Mientras que nos sintamos y realmente seamos imprescindibles en nuestra empresa familiar, no estaremos en estado de dirigirla bien. Para hacerlo bien tendríamos que trabajar de tal manera que no se notara cuando no estamos.
El hacernos imprescindibles solo ocasiona problemas, no solo de cansancio para la persona misma sino que también causa problemas a los demás, ya que cuando no está "la/el imprescindible" no saben cómo conseguirlo, organizándose de esta manera un caos innecesario.

Delegar y motivar
En la empresa, se habla mucho de atar y motivar a las personas. Los colaboradores más directos de nuestra empresa/familia son los hijos, pero también lo son la asistenta familiar y todos los que de alguna manera son una ayuda, un apoyo a la hora de sacar las cosas adelante.
Dirigir bien a las personas es un asunto muy importante y no todo el mundo tiene las capacidades necesarias para ello. Hay que aprender a delegar. Y delegar bien es conseguir que todos en la empresa hagan su trabajo con gusto y responsabilidad. Esto exige la dedicación y la buena mano del que dirige.
Nadie puede hacer todo solo, o lo que es también una gran verdad, que para desarrollar al máximo nuestras posibilidades necesitamos a otros. Una empresa en la que todos colaboran con lo mejor de ellos mismos es una empresa en la que cada uno de los que trabajan en ella la siente como propia.
Sin embargo, y a pesar de la importancia de la participación de todos los empleados en la buena marcha de la empresa, el jefe es un elemento esencial. Muchas veces tendrá que ser el apoyo imprescindible para los demás, cuando las responsabilidades por ellos adquiridas cuesten, otras veces tendrá que improvisar y siempre el papel del que dirige tendrá que ser el de animar y tomar las decisiones oportunas que faciliten el trabajo en equipo.
Estamos en la cultura de la imagen y quizás por eso, hoy más que nunca, necesitamos un modelo al que imitar. En la empresa es al jefe. En la familia son los padres los que tienen este papel.

El arte de delegar
Todos los puntos siguientes son traducibles y aplicables a la situación familiar. Más aún, yo diría que o funcionamos así o arruinamos la fantástica empresa familiar en donde se trata de ser felices y ayudar a ser felices a los propios hijos.
  • Para que todos en la casa puedan llevar a buen término y con gusto lo que les quieres confiar, tienes que empezar por tener tú mismo muy claro cuáles son tus competencias. Quizás tendrías que preguntarte si dedicas tu tiempo a cosas necesarias o por el contrario haces muchas cosas, pero no las tendrías que hacer.
  • Piensa si delegas con confianza los asuntos o más bien te dedicas, por falta de paciencia, a acabarlos tú mismo, desmotivando y frustrando a la persona a la que habías destinado la tarea. Es una manera poco inteligente de aprovechar los talentos de los demás y la mejor manera de quedarse sin tiempo para hacer las cosas que solo uno puede hacer.
  • Para delegar bien hay que atreverse a confiar. Esto significa que después de poner una tarea en las manos de otro, su realización hay que dejarla completamente en sus manos. El dar la oportunidad al otro de equivocarse o de hacer faltas es un ingrediente imprescindible de la confianza y muchas veces la única manera de aprender a hacer algo.
  • Ofrece a la persona la posibilidad de adquirir responsabilidades y facilítale los medios necesarios para su realización. Cuesta tiempo y energía explicar con claridad lo que se espera del otro y también cuesta tiempo y energía enseñar, cuando sea necesario, a realizarlo. La situación ideal se produce en el momento que hacemos del otro, del colaborador, un ejecutivo, haciéndonos de esta manera en algunos terrenos fácilmente sustituibles. No saldrá a la primera pero sí un poco después.
  • "Es de bien nacidos ser agradecidos", y todos sabemos muy bien lo agradable que es tener un jefe o un socio que nos valora y hace que nos sintamos necesarios. Valorar, también en voz alta, a los demás es de justicia.
  • Funesto es levantar la voz, gritar, cuando las cosas no han salido como esperábamos. Gritar no conduce a nada y es un síntoma claro de debilidad. Pensar en alto estimulando a los otros a buscar respuestas para los temas que nos ocupan es más eficaz. Después han de ver que se tienen en cuenta sus ideas a la hora de tomar las decisiones.
  • Si alguna vez hay que corregir a alguien importa mucho el hacerlo de tal manera que la persona se sienta animada a mejorar aquello en lo que se la corrige.
  • Entusiasmar, apasionar e inspirar a los colaboradores lo haces ¡sí! con tus palabras pero también con tu trato y sobre todo con hechos.
  • Los encargos se dan con claridad y de manera convincente. ¿Estás tú mismo plenamente convencido de que lo que pides es lo mejor? Porque como jefe tienes que inspirar confianza, ser creíble. Lo que pides a otro, eso y más, tienes que poderlo hacer tú mismo.
  • Como jefe tienes que ser coherente, estar al tanto de lo que es importante para tu empresa. No te olvides de que los demás te ven como lo que eres: el experto.
  • Y lo que es más importante: ¡La confianza no se impone, se gana!
Delegar en casa. Reglas de oro
Antes de empezar con este tema, déjame volver a preguntarte: ¿Empleas tu tiempo, tan valioso, en cosas realmente útiles o lo pierdes haciendo cosas que otros podrían o deberían hacer?

Pregunta difícil de contestar, porque antes habría que dar contestación a otra pregunta no expresada en voz alta pero que está dentro. ¿Pueden los otros hacer las cosas tan bien como las hago yo?
Delegar en la vida privada, no lo dudes, es un asunto difícil y hacerlo bien es un arte. Lo que en teoría se da por descontado es, en la práctica, uno de los problemas más grandes de las empresas, también de la empresa/familia. Es más, muchos de los problemas que tenemos en el trabajo y en la casa tienen como causa el no querer o no poder delegar.
Lo que hay que hacer para delegar bien:
  • Empieza a delegar lo antes posible, así les parecerá a todos normal el tener que ayudar.
  • Usa en la casa al máximo los talentos y las capacidades de cada uno y déjales ayudar todo lo que puedan. Así tendrás tiempo suficiente para hacer lo que a ti te toca.
  • Deja que los demás se responsabilicen de las tareas de la casa y agradece y valora los resultados conseguidos.
  • Confía completamente en quién delegas y no te preocupes más de los asuntos delegados. Eso no quiere decir que los pierdas de vista o que los olvides, pero hazlo de tal manera que el otro no se sienta vigilado o con menos libertad de acción.
  • Si por impaciencia o perfeccionismo te pones a hacer el trabajo que delegas, el otro se sentirá frustrado y perderá su motivación. ¡Ten paciencia!
  • No hace falta que las cosas se hagan siempre como a ti te gustan ni en el momento que tú quieres. Hay muchos caminos que llevan a Roma y si le das de tiempo verás que las cosas salen y quizás mejor de lo que pensabas.
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  • Deja, si es posible, que cada uno haga lo que más le gusta. ¡Lo hará mejor!
  • No grites cuando las cosas no se hagan como tú querías. Gritar tiene un efecto negativo. Si tienes que corregir, hazlo de tal manera que el otro se sienta animado a hacerlo mejor.
  • Pensar las cosas en familia es una manera estupenda de encontrar soluciones. Piensa en voz alta y estimula a todos a buscar soluciones. Escúchales bien.
Lo que no hay que hacer al delegar:
  • Esperar que alguien realice una tarea para la que no le has dado los medios y las competencias necesarias.
  • Encargar a una persona una tarea que le corresponde a otro.
  • Pedir lo mismo a varias persones a la vez.
  • No dar la oportunidad al otro de realizar a su manera lo que le encargas.
  • Decir que algo debe hacerse urgentemente cuando no es así.
  • Pedir algo a alguien y olvidarte de lo que has pedido.
  • Controlar demasiado por desconfianza.
  • Encargar algo enfadado, gritando y con la intención de hacer daño o humillar.
Lo que hay que preguntarse al delegar
  • ¿Es razonable lo que estoy pidiendo?
  • ¿Me he explicado de manera que el otro entienda bien lo que le encargo?
  • ¿Soy consecuente en mi comportamiento?
  • ¿He puesto a disposición del otro los medios necesarios (tiempo, dinero, aparatos, etc.) para que pueda hacer lo que le pido?
  • ¿Me exijo a mí misma por lo menos tanto como exijo a los demás?
  • Si me lo piden, ¿estoy siempre dispuesta a ayudar?
  • ¿Felicito y agradezco a los otros por los resultados conseguidos?

·         Libros REALMENTE interesantes sobre este tema:
Título: Mi familia... mi mejor empresa
Autora: Mariángeles Nogueras
Editorial: Yumelia
ISBN: 978-84-8469-193-8

¿Qué padre o madre no se ha quejado nunca de su falta de tiempo libre? ¿De que nadie colabora y todo lo han de hacer ellos? Hay que trabajar fuera de casa, comprar, poner la lavadora, planchar, llevar a los niños a las actividades extraescolares, etc. ¡Es agotador!

Convertir una "casa" en un "hogar" donde todos tengan el mismo derecho a disfrutar de ella no es asunto fácil. Este libro te enseñará a considerar la familia como una empresa que hay que organizar, en la que hay que delegar y trabajar con disciplina. Seguir sus consejos te permitirá sacar tiempo para dedicarte a ti y pasarlo bien con tu familia.
·         Título: Primero, lo primero
Autora: Stephen R. Covey
Editorial: Paidós Plural
ISBN: 84-493-0851-8

No es un libro escrito explícitamente para la familia, aunque ésta se beneficia directamente de sus principios: reflexionar y conocer nuestras prioridades en la vida nos ayudará a dar sentido a nuestro proyecto familiar y a conseguir una familia equilibrada y feliz.
·         Se dirige a cualquier ser humano que desee mejorar su calidad de vida, no optimizando y administrando con más eficacia su tiempo para realizar más cosas con mayor velocidad e ingenio, sino para que sepan considerar "las cosas importantes" que cuentan en la vida, las metas valiosas que dan sentido a nuestra existencia.

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