viernes, 22 de julio de 2011

¡Tengo tanto que hacer!

Samuel es un ejecutivo que tiene muchas responsabilidades. Ha tenido una actitud de participación en la vida lo que, entre otras cosas, le significa tener la actitud de aceptar desafíos y estar constantemente emprendiendo nuevos proyectos.
Sin embargo, comenzó a agobiarse y a estresarse, porque por más que aumentaba su eficiencia y aprendía métodos de planificación del tiempo, éste nunca le alcanzaba. —Aprendí a priorizar tareas, explica. Cada día planifico lo que tengo que realizar, pero nunca me alcanza el tiempo para hacerlas todas. Ni qué decir de las que he puesto como no tan importantes.
Lo que le sucede a Samuel es lo mismo que le ocurre a todos los líderes y a todas las personas emprendedoras. El tiempo nunca les alcanza. Y si te sucede a ti o a alguna persona conocida tuya, esta es la primera verdad y que por sí sola aliviará tu carga: ¡nunca alcanzará el tiempo! Pretender que te alcanza cada día para realizar todo es utópico, como lo es soñar con que el día tenga 30 o 50 horas en vez de 24. Si el día tuviera más duración, asumiríamos más responsabilidades e igualmente se haría corto.
Pero observemos con más atención el comportamiento de Samuel. Hay algunas actividades muy importantes que tienen que realizarse en un plazo determinado, porque de otra manera las consecuencias serían graves. Aunque no le alcance el tiempo, finalmente cuando quedan pocas horas para el fin del plazo, cuando es el último día, entonces acomete furiosamente la tarea quedándose hasta muy tarde si es necesario, y finalmente la termina.
De todas maneras se ha realizado la actividad importante porque ha pasado a ser urgente. El tiempo de todas formas alcanzó, aunque a Samuel le significó toda una angustia los días previos al pensar que tenía que hacerlo, todo un estrés el último día y el consiguiente cansancio después de esa agotadora jornada. —Necesito vacaciones, piensa.
Cuando se trabaja a presión, es muy probable cometer errores y, por lo tanto, ocupar más energía y tiempo en solucionarlos. A veces, los errores no se detectan antes de entregar el trabajo y las consecuencias serán desfavorables. A veces se provocan importantes pérdidas financieras.
Planificación del tiempoPartiendo de la idea fundamental que nunca el tiempo alcanzará para hacerlo todo, hay que seleccionar lo más importante y fundamental. Las demás actividades, ya se realizarán más delante de alguna manera.
Pregúntate cuáles son las actividades más rentables e importantes que debes hacer hoy. Cuáles son las de mayor relevancia para tu trabajo o tu familia. Luego, pregúntale a tu jefe o a tu familia, qué es lo que consideran más importante y relevante de hacer hoy, esta semana y este mes.

Pero hay una pregunta más, una interrogante clave para que tengas una vida de realizaciones. Pregúntate: ¿qué actividades son las que yo especialmente sé hacer y que los demás no son expertos en ello? ¿Qué es lo que si yo hago bien producirá grandes beneficios y que a los demás les costará mucho más realizar por falta de entrenamiento, capacidad o experiencia?
Con estas reflexiones, llegas a la claridad de qué actividades del día o del mes son realmente fundamentales y productivas que tú debes y quieres hacer. Comienza el día realizando esta tarea y termínala. Hazlo ahora, con tiempo. No lo postergues. Apenas tengas los elementos necesarios, comienza a realizarla... ¡y finalízala! Luego, deja el resto de tu tiempo para tus otras tareas.
El premio será una gran satisfacción personal, una mayor productividad, una mejor salud y la eliminación del estrés.

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