lunes, 4 de julio de 2011

El aliento y el elogio sincero es tu mejor regalo

Reconocimientos, elogios y premios

A principios del siglo diecinueve un joven en Londres aspiraba a ser escritor. Pero todo parecía estar en su contra. Sólo pudo ir a la escuela cuatro años. Su padre había sido encerrado en la cárcel por no poder pagar sus deudas, y este joven con frecuencia sintió el hambre.
Finalmente consiguió un trabajo pegando etiquetas a las botellas en un deposito infestado de ratas. Por la noche dormía en una escuálida habitación en un ático con otros dos muchachos, hijos de los barrios bajos de Londres.
Tenía tan poca confianza en su capacidad para escribir que escondió y luego envió por correo su primer manuscrito en la oscuridad de la noche de modo que nadie pudiera reírse de el. Cuento tras cuento fueron rechazados. Finalmente llego el gran día en que uno de ellos fue aceptado.
Es verdad que no le pagaron por él, pero un editor lo había elogiado.
Un editor le había brindado su reconocimiento. Estaba tan emocionado que camino sin rumbo por la ciudad con lágrimas cayéndole por las mejillas.
El elogio, el reconocimiento que había recibido al lograr que se imprimiera uno de sus cuentos le cambiaron la vida. Si no hubiera sido por aquel aliento, podría haber pasado toda su vida trabajando en lugares infestados de ratas. Tal vez usted conozca el nombre de aquel joven. Se llamaba Charles Dickens.
La gente trabaja por el dinero, pero dará siempre un paso más para obtener reconocimiento, elogios y premios.
(Del libro "Descúbrase como Líder", Capitulo 9) Dale Carnegie

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