domingo, 10 de julio de 2011

Tú haces tu vida

Todos los seres vivientes perciben una pequeña parte de la realidad y cada uno la recibe a su manera. El ser humano no es una excepción. Nuestros sentidos son sensibles a ciertos rangos de información, es decir, tienen un umbral a partir del cual impresionan nuestros nervios permitiendo que lleguen los impulsos al cerebro.
La mente interpreta la realidad conforme a los estímulos que recibimos y, especialmente, a aquellos que atendemos. Por ejemplo, nuestro ambiente es cruzado por una gran variedad de ondas electromagnéticas. Algunas de ellas las percibimos como colores o calor. Si tenemos un receptor de radio, algunas ondas electromagnéticas llegan al aparato y son transformadas en impulsos que hacen vibrar una membrana (parlante), produciendo interferencia en el aire, llegando estos pulsos a nuestros oídos. Luego, la mente lo interpreta como sonidos. Pero si no tenemos ese aparato de radio encendido, las ondas radiales igual nos penetran, pero no las percibimos. Lo mismo las ondas de la televisión y muchas otras.
La realidad no es como la percibimos. Es nuestra mente la que la construye a su manera. Y podemos registrar una pequeña parte de la información que nos rodea. De modo que es más limitada todavía esa realidad que construimos. Y además, la interpretamos según nuestros esquemas mentales y patrones conductuales. Fuimos educados o formados para ver la vida de determinada manera, con valores, ideales y esquemas de pensamiento que nos hacen atender a solamente una parte de los sucesos que nos rodean.
La vida se va formando de acuerdo a las circunstancias que nos tocan, pero además esas circunstancias dependen de la manera como estamos pensando y en qué estamos focalizando nuestra atención. Las mismas circunstancias le llegan de distinta manera a los diferentes seres pensantes.
Se puede ver de esta otra forma. Cien personas que contemplen un mismo suceso, lo están percibiendo cada una de manera distinta, cada cual fijándose en determinados hechos y cada cual interpretándolo a su modo.
Aunque sea sorprendente pensarlo, la vida es construida por cada cual, su cielo y su infierno, su alegría o su tristeza, su fracaso o su éxito.
Por eso, cuanto te entrenas para sonreír, para ser más optimista, para tener una actitud mental positiva más permanente, para fijarte en las bendiciones que ya tienes y no tanto en las que te faltan, cuando vas modificando tu actitud por pensamientos de prosperidad y riqueza, tu realidad empieza a ser modificada y tu vida cambia favorablemente. Es difícil explicar el fundamento teórico de todo esto, pero es fácil de comprobar cuando cambias tu manera de ser.
He ayudado a miles de personas en el mundo a lograrlo. ¡Y con todas resulta!
No importa lo bien o mal que estés, siempre es posible estar mejor, con más alegría, salud, amor y bienestar.

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