lunes, 4 de julio de 2011

Vocación de servicio contagiante

A través de mi trabajo en organizaciones voluntarias, he tenido el privilegio de conocer gente maravillosa, quienes no escatiman esfuerzos con tal de ayudar a su prójimo y a la naturaleza. Personas fabulosas que se entregan en cuerpo y alma a una causa, con tal de aliviar un poco el dolor y desamparo que sufren las criaturas de Dios.
Sin pretender desmerecer el trabajo del resto de mis amigos, debo sin lugar a dudas destacar la entrega de mi compañero Ronulfo. Una persona incansable y servicial. Lo verás al frente de una campaña en pro de los damnificados de determinada catástrofe natural, recogiendo víveres en su vecindario para llevarle alimento a una familia de escasos recursos (incluyendo, claro está, su propia contribución), trasladando a una persona enferma al hospital, o bien, ayudando a conseguir fondos para el techo de una iglesia en mal estado.
Su vehículo, casi al igual que él, es uno de los pocos que tiene un kilometraje excesivo, por andar brindando ayuda de un lado para otro. Y su mano generosa, por alguna razón “mágica”, siempre está llena y dispuesta a hacer el bien.
He escuchado a varias personas decir sobre él:
- Claro. Es una persona adinerada y prácticamente ya vive pensionado. Trabaja cuando quiere. Tiene todo el tiempo del mundo para dedicarse a hacer esas obras... .
Pero yo siempre los cuestiono:
- ¿Cuántas personas conocen que, estando en idéntica situación, actúan de la misma manera ante el dolor humano? ¿Cuántos se toman la molestia de entregar aunque sea unos diez minutos para llevar desinteresadamente a una persona pobre a una cita médica? 
Curiosamente, ante éstas y otras interrogantes, solo he recibido el silencio como respuesta...
Porque, personalmente, conozco muchos casos de personas "adineradas y pensionadas", que se la pasan compartiendo en grupos de tertulia todas las tardes, en vez de disponer del tiempo en algo de mayor provecho.
¿Cuál, entonces, es la diferencia entre un Ronulfo y este tipo de individuos?
Simplemente que el primero tiene una cosa difícil de encontrar en las personas: vocación de servicio. Gandhi, lo expresaba utilizando una de las frases más hermosas que he conocido: "Te encontrarás a ti mismo, perdiéndote en el servicio a tus semejantes, a tu país y a tu Dios".
¿Aún necesitas que establezca una diferencia entre este tipo de personas...? Nada importa. Estamos para complacer. Utilicemos dos ejemplos:
"Una enjoyada duquesa salió a altas horas de la noche, de un elegante hotel de Londres donde había cenado y asistido a un "Baile de Caridad" a beneficio de los niños carenciados.
Estaba a punto de subir en su Rolls Royce cuando un andrajoso pequeño se le acercó suplicante: "Por caridad, señora, déme alguna moneda. Llevo dos días sin comer."
La duquesa lo rechazó con un gesto y le dijo: "Desagradecido ladrón. ¿No te das cuenta que he estado bailando para ti toda la noche?"
Ahora bien, quisiera contraponer este interesante relato de Anthony de Mello con otro al cual tuve acceso cuando realicé un trabajo de investigación sobre la historia de mi pueblo y que incluí en mi primer libro: la de doña Petra Arias.
Ella y su esposo desarrollaron una pequeña industria, mediante la cual fabricaban varios productos. Las ganancias que les deparaba esta actividad económica, las repartían entre los pobres. Doña Petra incluso se convirtió en una enfermera insigne, aprendiendo este oficio en forma empírica, logrando llevar consuelo al dolor de muchas personas que sufrían algún tipo de enfermedad o accidente.
Su entrega hacia los desamparados fue tal, que todas las mañanas, después de elevar sus primeras oraciones al Creador, le comentaba a su esposo con cierto dejo de preocupación:
- Ramón. Aún no hemos pensado a quién tenemos que hacerle un bien el día de hoy, para así poder agradar a Dios con nuestros actos.
De los personajes que intervienen en estas dos historias, y que aparentemente ayudan a los atribulados, te quisiera preguntar... ¿quiénes consideras que tienen una genuina vocación de servicio? En tu respuesta encontrarás una significativa diferencia de verdadero amor al prójimo.

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