viernes, 22 de julio de 2011

Regla para el éxito

Uno debe darse cuenta que la verdadera felicidad radica dentro de uno mínimo. No hay que desperdiciar tiempo ni esfuerzo en buscar la paz, la alegría y el gozo en el mundo externo. Hay que tener presente que no hay felicidad en tener u obtener, sino únicamente en dar. Hay que dar. Compartir. Sonreír. La felicidad es un perfume que no se puede escanciar en los demás sin que unas cuantas gotas caigan en uno mismo.
felicidadNathaniel Hawthorne nos advirtió, hace mucho, que era mucho más fácil atrapar una mariposa que el sentimiento esquivo llamado felicidad. Según escribió, la felicidad, cuando se presenta en este mundo, ocurre incidentalmente. Si hacemos de ella el objeto de nuestra búsqueda, eso nos llevará a una persecución infructuosa y nunca la alcanzaremos. Sin embargo, como Aristóteles declaró ante el mundo: "La felicidad constituye el significado y el propósito de la vida, el único objetivo y fin de la existencia humana".
Veamos por ejemplo las hordas que todas las noches se reúnen en las ciudades en busca de unas cuantas horas de felicidad. ¿Cuántos millones de dólares anuales gastamos en adquirir placer de todo tipo? ¿Funciona? ¿Somos felices? recientemente llevé a cabo un experimento que había estado diciendo que haría durante años. Una tarde soleada, me instalé en una esquina de la calle Cincuenta y Cuatro y de la Quinta Avenida en la ciudad de Nueva York y me puse a observar a las siguientes doscientas personas que pasaron frente a mí en dirección al sur. De acuerdo con mi expectativa, menos de diez iban sonrientes, o por lo menos que parecieran felices. ¿Por qué? Si la felicidad es una condición normal, como la buena salud, ¿por qué no somos más los que la disfrutamos? 
Si los ingredientes de la felicidad no están dentro de la persona, ningún logro material, ninguna diversión ni ninguna tarjeta de crédito "Dorada" puede hacer sonreír a esa persona.
Thoreau, mi viejo amigo, tenía mucho que podía decir al respecto, entre otras cosas: "Estoy convencido, a partir de la experiencia, de que permanecer en este mundo no es un trabajo arduo sino una diversión cuando vivimos con sencillez y sabiduría. La mayor parte de los lujos, y muchas de las así llamadas comodidades de la vida, no sólo son completamente prescindibles, sino verdaderos, obstáculos para la elevación de la humanidad".
Sólo podemos tener la felicidad mayor como la que acompaña a la verdadera grandeza, si tenemos una gran consideración y muchos sentimientos hacia el resto del mundo, así como los tenemos hacia nosotros mismos. Este tipo especial de felicidad a menudo trae consigo tanto dolor que sólo podemos diferenciarlo del dolor porque es lo que elegiríamos sobre todo lo demás, porque nuestras almas ven que eso es bueno". Es bueno tener dinero y las cosas que el dinero puede comprar, pero también es bueno ponerse una que otra vez a reflexionar para estar seguro de no haber perdido las cosas que el dinero no puede comprar.
Hay que comunicarse con los demás. La felicidad no es sino el producto secundario de la manera en que uno trata a sus semejantes. Ahora es el momento de ser feliz. Aquí es el lugar para ser feliz. Hay que aprender y comenzar a vivir según las reglas que se le han entregado a usted, reglas que se le han entregado a usted, reglas que se le presentaron con mucho amor, y compartir su mensaje con otros que piden su apoyo. Sólo entonces aparecerá la mariposa y se posará ligeramente en su hombro mientras suena la cajita de música. Nunca hubo, ni habrá una mejor manera de vivir.

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