domingo, 11 de diciembre de 2011

LA VOZ INTERIOR DEL AMOR

“El amor es el verdadero hogar en el que se puede descansar y donde sentirnos verdaderamente lo que somos” H. Nouwen.

Este título, para muchos, sonará un poco a cursileria de quinceañera, para otros, sólo a una expresión bonita y para muchos no significará nada. Encierra una de las aventuras más difíciles en los tiempos que corren, pero a la vez resuena a algo atrayente que no deja de tener su complicación.
Hablar de conquistar, hoy en día, es hablar de derrotas, si uno gana otro es el que tiene que perder. Aquí conquistar es llegar a aquello que ya está y darle un sentido nuevo. Muchas veces sin cambiar nada. Sin derrotas ni pérdidas, por lo menos al modo como el mundo nos las plantea.
Hoy en día para toda conquista se necesitan armas, pistolas, tanques, portaaviones, un ejército bien repleto, aviones de combate, etc. y sobre todo una buena estrategia. Para la conquista que aquí se propone solo se necesita un arma, el amor. La Conquista desde el Amor. ¿Quién ha dicho que no se puede conquistar desde el amor? ¿Quién dice que esto es una quimera infantil sólo apta para quinceañeras?
Para todos aquellos que piensen que esto es algo desvirtuado para los tiempos que corren va esta pregunta: ¿Qué es lo que tanta gente busca detrás de todo lo que hace? Pienso que a poco que nos pongamos a pensar, podemos descubrir que hay una búsqueda de lo que nos puede colmar, llenar esos vacios exteriores e interiores que toda vida humana tiene.
Corremos en busca de algo que no hemos encontrado, que no tenemos. Por eso nos admiran tanto esas vidas que son vividas desde lo que muchos buscan, que se mueven con lo encontrado, que ya no corren detrás de nada, sino que lo hacen con lo encontrado en la mano. ¿Quién no aspira a moverse libremente con la confianza plena que da el estar en el hogar?

Por eso me atrevería a afirmar que muchos de nuestros problemas radican en esto: en no saber que lugar ocupa uno en la marabunta de esta gigantesca existencia que se nos pone delante y en la que tenemos que vivir. Y esto ¿Por qué? Porque no hemos encontrado el lugar en el cual no seamos mirados por lo que tenemos, sino por lo que verdaderamente somos.
¿Quién no aspirará ,entonces, a la búsqueda de este lugar?
He aquí la verdadera Conquista.
Encabezaba la entrada anterior con una frase de H. Nouwen: “el amor es el verdadero hogar en el que se puede descansar y en donde podemos sentirnos verdaderamente lo que somos”.
Es mucho lo que me gustaría decir y sin embargo es poco lo que hay que mostrar. ¿Cuántas vidas no han cambiado a raíz de un acontecimiento a veces inesperado, ocurrido en sus vidas? Ya sea la muerte inesperada de un familiar o un amigo, un accidente en la carretera, la aparición de un “amor” en nuestras vidas, el nacimiento de un bebé, o cualquier otro acontecimiento que ha marcado profundamente el curso de nuestras vidas.
De lo que quiero hablar en esta segunda parte es que la Conquista tiene dos vertientes, la primera es la conquista de ti mismo y desde ti mismo, y una segunda, el ser conquistador de muchos con la única arma del amor.
Cuando el amor aparece en nuestras vidas, claramente no te hablo de ese amor desvirtuado y sucio que nos presenta el mundo y que además nos quiere hacer creer que ese es el verdadero y buen amor, sino la presencia del Amor, ese Amor que no hace diferencias, que no juzga ni se fija en lo que tienes sino en lo que eres de verdad, que valora ante todo tu YO más profundo, cuando éste aparece, es cuando verdaderamente podemos empezar la Conquista.
Podemos ofrecer muchas cosas, pero te darás cuenta que ante todo, lo que necesitas y necesitan muchos otros, es precisamente lo que todos vamos buscando: un lugar con calor de hogar. No hay mayor cosa en este mundo que el sentirse querido, tal y como uno es, sin importar pueblo, apellido ni color de piel, talentos, virtudes, éxitos, fracasos, riqueza o pobreza, sentirse mirado y amado por lo que tú eres. Sentir verdaderamente ese “tu eres mío”, ese “ya no te llamo siervo sino amigo” evangélicos; el amor es capaz de entregar lo más valorado, querido y apreciado de uno mismo en servicio a los demás. Un amor que tiene tu presencia siempre, a pesar de los pesares.
Sentirnos queridos es sentirnos valorados “hay alguien ahí fuera al que le importo y me espera”. El sentirnos queridos y el poder querer son dos facetas de una misma moneda, son los dos filos de una espada.

Ahora bien, ¿Dónde estamos buscando todo esto?

No hay comentarios:

Publicar un comentario