martes, 27 de diciembre de 2011

Mirando el mundo por una ventanita

La realidad que percibimos del mundo forma parte de lo que la psicología transpersonal llama la “realidad desplegada o explícita”. Es un pequeñísimo fragmento de la existencia desde la cual surgen estos despliegues parciales de realidad. Lo que vemos es un reflejo de una realidad implícita, que no podemos percibir directamente ni en su totalidad. Es una dimensión a la que podemos aproximarnos, pero nunca llegaremos a comprender a cabalidad, nunca la veremos en toda su magnitud.
Para comprender mejor esto, podemos hacer algunas analogías de nuestra vida cotidiana. Un editor periodístico de televisión puede decir: -"Vamos a crear en la opinión pública la consciencia que la gente está muy descontenta con esta reunión de ahora, que está muy molesta". Entonces trae a los camarógrafos y enfoca a dos o tres personas que están molestas; las televisan en un ángulo pequeño de modo que el espectador no vea el resto de la gente que está indiferente y tranquila y todo va enfocado ahí. Se entrevista a estas dos o tres personas: -¿usted está muy molesto por esta situación? Y eso se muestra en pantalla. ¿Qué imagen queda para los demás? Que está toda la gente molesta. ¿Qué pasa cuando hay determinados líos en un partido de fútbol por ejemplo? En los estadios a veces hay cincuenta personas haciendo escándalos y hay ochenta mil que están mirando. ¿Qué es lo que filma la televisión? Los cincuenta que desordenan. Y nosotros nos quedamos con la imagen que hubo serios incidentes en todo el estadio. A veces hay manifestaciones en las calles promovidas por unas decenas de personas y todo el resto, cientos, se mantiene indiferente. Pero la televisión puede enfocar el lente en esas decenas de personas y nos quedamos con una imagen distorsionada y exagerada de la situación.
Todo esto sucede porque estamos viendo una imagen parcial de una realidad, la estamos viendo por una “ventanita” bidimensional de algo tridimensional, dinámico y complejo. Así sucede con la percepción de nuestra realidad cotidiana. Vemos el mundo desde una ventanita, una realidad desplegada de otra implícita, enorme y oculta.
Como hemos dicho otras veces, además la mente percibe una parte de esta pequeña realidad, según sus esquemas mentales, sus filtros y condicionamientos.
La importancia práctica de todo esto es que nos debe llamar a ser conscientes que debemos evitar juzgar a los demás. Conozco personas que con mucha ligereza emiten opiniones de los demás y les atribuyen intenciones y propósitos, en circunstancias que están basando sus pensamientos en una pequeña y parcial percepción de algún momento de sus vidas. ¡Qué pretensión creer que se pueden percibir las intenciones del otro! ¿Cómo es posible pretender conocer el subconsciente del otro si ni siquiera ha podido conocer el suyo propio?
La mejor manera de conocer un poco más a los demás es ser humilde, no permitirse pensamientos de crítica y no suponer intenciones. Preguntarle directamente al otro las dudas que se tenga y escucharle con atención, con sinceridad y con comprensión. No intentar a cualquier precio hacer corresponder sus comentarios o comportamientos a los propios prejuicios.

Es conveniente estar con la mente más abierta y con la boca más cerrada.

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