jueves, 1 de diciembre de 2011

El encuentro de dos mundos

La realidad única y objetiva quizás exista. No lo sabemos, porque no podemos percibirla debido a nuestras limitaciones de percepción. Todo ser viviente puede recibir información del medio que le rodea, pero siempre será información parcial que depende por una parte de la capacidad de sus sentidos y de otra parte de donde focaliza su atención.
Por ello tampoco existe una biografía personal objetiva. Cada persona recuerda su pasado conforme a como lo percibió y en que fijó sus recuerdos y atención. Y la forma como ha construido su pasado determina su momento presente, y el presente determina el futuro.
No dejes depender tu vida del pasado, porque es una ficción construida por tu mente. No son hechos reales e inamovibles. De nada te sirven los sentimientos de culpa y de frustración. Si algo te salió mal antes, no tiene porque seguir ocurriendo. Tu modo de reaccionar y de sentir el pasado lo puedes hacer variar completamente para liberarte de malos recuerdos. Y lo importante es que vivas el presente cada vez con más calidad porque así construyes un mejor futuro.
Darse cuenta que no existe una realidad única, sino que cada persona ha construido su propio mundo, tiene enorme importancia en la comunicación. Es muy frecuente que una persona sienta frustración para comunicar sus sentimientos y deseos hacia otra persona. Considera que ha sido muy clara y específica en expresarse y que ha actuado con suficiente reiteración e insistencia como para que el otro comprenda perfectamente lo que quiere decir.
Sin embargo, el emisor del mensaje lo está recibiendo desde su propia perspectiva de la vida, desde su realidad. El gran error está en suponer que el receptor del mensaje está en la misma realidad, porque están compartiendo un mismo espacio y tiempo. No obstante, podemos tener mil personas en un mismo lugar al mismo tiempo, y cada una de esas personas percibirá de manera distinta lo que observa, cada una fijará su atención además en situaciones diferentes, pasando algunos hechos inadvertidos para unos y especialmente atendidos para otros. Cada uno tiene su propia historia que le hace construir una realidad de manera distinta.
La única manera de lograr una comunicación más profunda es haciendo un importante esfuerzo para comprender la realidad del otro, para ponerse en su lugar e intentar ver el mundo como él lo ve. Requiere tiempo y energía, pero es mucho memos que desgastarse en un intento comunicativo de resultados inciertos por no hacer este esfuerzo previo. Te ahorrarás además muchos enojos, molestias y las consecuentes enfermedades por deterioro de tu sistema inmunológico.
En vez de tratar de imponer tus ideas, opina. En vez de hablar mucho, escucha. En vez de hacer afirmaciones inamovibles, permite que tu interlocutor exprese sus ideas y, muy especialmente, sus sentimientos y temores. Colócate en el lugar de él, defiende sus intereses y motivaciones, busca los puntos en común, tranquiliza sus temores y compórtate de manera amistosa.
Una vez que comiences a percibir el mundo como el otro lo hace, encontrarás el modo de comunicarte mejor y de producir un verdadero encuentro. A partir de allí, todo será más fácil en las relaciones humanas.

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