viernes, 8 de junio de 2012

Reconstruyendo el mundo


Un científico, que vivía preocupado por los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para mitigarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de siete años invadió su santuario decidido a "ayudarlo a trabajar".

Nervioso por la interrupción, el científico le pidió al niño que fuese a jugar a otro lugar. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención. De repente, se encontró con una revista donde estaba impreso "el mapa del mundo"..¡Justo lo que precisaba!


Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: "Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto, para que lo repares sin ayuda de nadie".

Calculó que al pequeño le llevaría días componer el mapa. Pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz de su hijo que lo llamaba emocionado. "Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo".

Al principio el padre no dio crédito a las palabras del niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo "digno de un niño". Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?
- Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lograste armarlo?

- Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta los recortes y comencé a "armar al hombre", que sí sabía como era. Cuando conseguí armar al hombre, di vuelta la hoja y vi que estaba armado el mundo.
Todos, de alguna manera, nos vemos reflejados en este científico (buscando resolver los problemas del mundo). Muchas veces, sentimos que vivimos en un "mundo loco". En realidad, cuando pensamos en ello, no pensamos en el mundo como el conjunto de todas las cosas creadas (planetas, cosmos, etc...) Pensamos en los hombres, los seres humanos y, al asignarle el adjetivo "loco", pensamos en su incoherencia, su autodestrucción, su egoísmo.

Día a día, aunque a veces no nos demos cuenta, pasamos mucho tiempo buscando respuestas a nuestras dudas. A todos nos resulta difícil comprender las relaciones complejas que unen o dividen las partes. Tal como si nos enfrentáramos a grandes rompecabezas. Al pensar en ello, nos surge la imagen de los niños. ¿Por qué los niños tienen más facilidad, entusiasmo y paciencia para armar rompecabezas? ¿Por qué este niño de siete años, encontró "naturalmente" una forma creativa de resolver "el problema"?

En fin... quizás no sería muy desacertado comenzar a preguntarle a los niños cómo reconstruirían el mundo. O quizás, tampoco sería desacertado cambiar muchas "posturas de adulto" y aprender a mirar los problemas como los miraría un niño. Porque, aunque muchos vean esta expresión como algo "muy infantil", yo sigo pensando que sí...es posible reconstruir el mundo.

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