martes, 14 de febrero de 2012

La Frustración, y No el Fracaso, Es lo Que Impide Avanzar

Muchas personas se quedan con la parte negativa de la experiencia de fracaso cuando deberían quedarse con la enseñanza que todo fracaso trae.
El problema con el fracaso es etiquetarlo de un modo negativo cuando en realidad está trayendo importantes observaciones, lecciones que vale la pena aprender.
En este sentido puede afirmarse que el “fracasado” es alguien que se ha mostrado reticente o perezoso a la hora de aprender. Se ha comportado como un niño consentido y obcecado que pretende que las cosas de este mundo funcionen como él quiere y que sean como él quiere.
Pero la verdad es que las cosas de este mundo funcionan como funcionan, y son como son.
El fracaso es un maestro duro, severo, riguroso. De esto no quedan dudas. Pero me gustaría contagiar la idea de que el fracaso es un maestro hecho y derecho.
Un maestro inflexible, puntilloso que se propone enseñarnos cosas valiosas para nuestro bien. Nos impone desafíos y pruebas a veces durísimas que pasar para las que no siempre estamos preparados.
Pero si algo descubrimos con él es nuestra increíble velocidad para aprender. Y aprendemos mucho, muy rápido aunque a veces debemos presentarnos a rendir el mismo examen una y otra vez.
Es que hay lecciones que nos cuesta aprender. Hay cosas que no queremos ver y entonces cuando hacemos trampa, cuando hacemos la vista gorda o sin nos convertimos en sabelotodos, la vida no nos permite engañarnos.
Rápidamente nos envía al fracaso para que aprendamos de una buena vez y lo mejor que nos puede pasar en estos casos es humildemente aceptar la consigna de revisar, estudiar para aprobar y continuar.
Ante estas duras observaciones de la vida , ante estos aplazos rotundos, muchas personas tienden a quedarse con la desmoralización, con la negatividad de la experiencias y continúan cuesta abajo por lo general cometiendo los mismos errores o abandonando la carrera.
En lugar de aceptar humildemente la indicación de estudiar, adoptan una actitud ácida y se vencen, equivocando sus pasos y demorando o aplazando sus objetivos.
También ocurre que se toma distancia del perpetrador: se evitan esos estudios, esos emprendimientos, personas, lugares que activen el recuerdo doloroso del fracaso.
Esta actitud desde luego impide recomponer, eliminar, rediseñar lo que sea necesario rediseñar para salirse del error y para obtener percepciones más acertadas que conduzcan a acciones más acertadas.
El fracaso es un episodio en la vida. Es una marca con un significado. Un episodio que puede dejar una carga emocional negativa, auto-destructiva y desmoralizante de alto calibre y duración.
Pero, con un poco de astucia y con clara conciencia de que la experiencia en si misma y las sensaciones son el resultado directo de energías actuantes, el fracaso se convierte sin dudas en una experiencia única y expansiva, perfectamente apta para la mente imaginativa y audaz, esa que concluye en que nunca verá la luz del día si no fuese por el fracaso. El fracaso puede ser la antesala de la grandeza.

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