lunes, 6 de febrero de 2012

¿Mejor imposible?

Todos tenemos dificultades para cambiar cuando obtenemos buenos resultados. Mientras más éxito tenemos, más nos cuesta modificar nuestras actitudes y conductas. Cuando las cosas marchan bien, no vemos razón para hacerlas de otro modo. Pensamos: mejor... imposible!

Pero -tarde o temprano- hay que cambiar porque el éxito nunca es absoluto. Si bien podemos tener éxito en algunas áreas de nuestra vida, muy posiblemente debamos desarrollar nuevas. Así como aquellos métodos que ayer nos permitieron alcanzar buenos resultados, tal vez hoy no resulten efectivos.

Las creencias que nos ayudan a tener éxito se convierten -paradójicamente- en límitespara mejorar. Generalmente, una persona exitosa se apoya en algunas de las siguientes tres creencias:
Sé elegir: cuando nos va bien, tendemos a creer que estamos haciendo aquello que elegimos hacer. Raramente pensamos que estamos siendo controlados, condicionados o manipulados. Mientras más confiamos en que nuestras conductas son resultado de nuestras propias elecciones y compromisos, menos probable será que queramos cambiarlas.

Tengo la capacidad: cuando tenemos éxito, sentimos que poseemos la capacidad interna de lograr todo aquello que deseamos. Vemos oportunidades donde otros ven amenazas y esto hace que tomemos más riesgos y probemos diferentes cosas. Todo ello se traduce en una alta percepción de control interno. Consideramos nuestro éxito como una función de nuestras habilidades, no de factores externos. Esto nos lleva a asumir que nuestro comportamiento se desprende de nuestra inteligencia. Por lo tanto, pensamos que no sería "inteligente" cambiarlo.

Mi conducta es la correcta: cuando recibimos reconocimiento por los resultados obtenidos, asumimos que nuestra conducta produjo esos resultados. Mientras más exitosos somos, más retroalimentación positiva recibimos. El refuerzo positivo hace que repitamos ese comportamiento. Pero uno de los mayores errores que podemos cometer cuando tenemos éxito es hacer el siguiente razonamiento: "Soy exitoso y me comporto de este modo. Por lo tanto, debo ser exitoso porque me comporto de este modo" . Esta deducción puede llevarnos a confundir un paralelismo entre dos acciones con una causalidad: no reconocemos que tenemos éxito "gracias" a ciertas conductas... pero "a pesar de" otras.

Tengo confianza:
 cuando las cosas salen como queremos, sentimos un profundo optimismo. La confianza en nosotros mismos excede el desafío. Creemos -a partir de nuestros repetidos logros- que siempre podemos hacer más. Esto nos lleva a involucrarnos en muchos proyectos y a querer aprovechar todas las oportunidades. Es muy difícil para una persona exitosa decir "no" a una oportunidad. Pero este optimismo puede convertirse en un "exceso de compromiso", si no es controlado. El resultado: prometemos más de aquello que podemos cumplir y terminamos "fracasando" en algunos frentes.
Como vemos, así como estas creencias posibilitaron cierto éxito (y tal vez lo sostengan), también pueden ocasionar dificultades cuando se trata de cambiar una conducta. Además, estas creencias nos acarrean una limitación aún mayor: nos cierran a las recomendaciones de cambio de parte de otras personas.

Cuando tenemos éxito, solemos evaluarnos por encima de los demás y esto nos hace confundir el "mensaje" con el "mensajero". Por ejemplo, negamos un argumento de cambio si proviene de alguien a quien no percibimos como un "igual" en términos de éxito. Ignoramos la información y asumimos que es errónea, porque quien la dice no es tan "exitoso" como nosotros.

Cambiar cuando se tiene éxito es un enorme desafío. Para colmo de males, resulta difícil recibir ayuda porque la mayoría de los sistemas y herramientas de cambio está orientada a conductas disfuncionales, o a situaciones problemáticas. Pensemos en un ejecutivo que trabaja en una gran corporación, es muy inteligente, ambicioso y perseverante. Está comprometido con su éxito profesional y con el éxito de su compañía. Tiene un alta integridad personal y profesional. ¿Cómo descubre que debe cambiar? Muy posiblemente, su organización no le estimule a cambiar porque -como él- piensa que mejor... es imposible!

Bajo este paradigma, personas y organizaciones pierden mucho potencial. Hasta la persona más exitosa puede incrementar su efectividad, si acepta que necesita cambiar. Ser mejor... siempre es posible.

Palabras claves: cambio, superación, mejora, crecimiento, éxito, fracaso, creencias limitantes, fuerzas restrictoras

No hay comentarios:

Publicar un comentario