jueves, 25 de agosto de 2011

No mates las arañas y trabaja

Una maestra, recién llegada al pueblo donde estaba impartiendo clases, le preguntó a sus pequeños alumnos que le narraran en que trabajaban sus padres, con el fin de ir conociendo cómo era el medio en que se desenvolvían sus pupilos. Todos fueron contando en que consistían los quehaceres de sus progenitores, pero de ellos quedó intrigada con la respuesta de dos de sus alumnos. Uno le dijo que no sabía en que laboraba su padre, pero que siempre decía que su trabajo era muy sucio y que él tenía que hacerse cargo de las porquerías que arrojaban todos los del pueblo. Y el otro le expresó que su papá tenía un trabajo muy importante, ya que contribuía con la conservación de la naturaleza y evitaba que la gente sufriera de problemas de salud.

Lo que más la intrigó fue que ambos muchachos le comentaron que sus padres laboraban en el mismo lugar. Indagando con sus compañeras de la escuela, descubrió que ambos señores trabajaban para el gobierno municipal recogiendo la basura. Cada uno de ellos percibía su trabajo de acuerdo a la motivación que sentían hacia él.

Identifícate con el trabajo que realices, por más humilde que lo consideres. Es tu carta de presentación personal. Lo que realices y la forma como lo realices, dirá mucho de ti. Por eso, procura dar tu mayor esfuerzo.
Nunca menosprecies el trabajo de los demás, por más insignificante que te parezca. Toda labor es importante. Retomemos el ejemplo de los barrenderos o recolectores de basura. ¿Alguna vez has tenido la oportunidad de apreciar el panorama de una ciudad, cuando sus calles no son barridas o la basura no es recogida periódicamente? Si por casualidad nunca lo has visto, te lo puedo resumir en unas pocas y folclóricas palabras: sencillamente la gente se ahoga en sus porquerías, como bien lo indicó el trabajador negativo. Así que si una función “tan baja” y menospreciada como es la recolección de desechos sólidos resulta tan vital para la sociedad, ¿cómo será de importante el trabajo que realizamos?

Nunca te quejes de tu trabajo. Mi abuelo materno Fermín laboraba realizando los huecos de las letrinas y pozos. Pero no creas que manipulaba un equipo de perforación moderno, pues sus herramientas las constituían la macana, el pico y la pala, pero principalmente sus manos. ¿Te imaginas lo que significa trabajar a varios metros bajo tierra, efectuando tu labor en un espacio reducido cuyo diámetro no va más allá de un metro y medio, incluyendo un calor insoportable y una escasez de aire considerable? Y no recuerdo haber escuchado una sola protesta de boca de mi abuelo sobre su trabajo.
Vanaglóriate del trabajo que tienes y dale siempre gracias a Dios por tenerlo. ¿Cuántos no desearían estar en tu posición? Incluso, por la mitad de tu salario. Dedícate al cien por ciento a él. Y procura que sea de tu agrado. Recuerda que prácticamente pasas la tercera parte de tu vida diaria en el trabajo. Y si no te gusta lo que haces, estás malgastando gran parte de tu valiosa existencia.

Cuando pertenecí al cuerpo de bomberos voluntarios, siempre nos llamaba la atención como Fabián, un bombero remunerado, al realizar las labores de limpieza en la estación, agarraba la escoba y la acercaba a las telarañas de las paredes y con sumo cuidado las movía, provocando que estos insectos huyeran y se escondieran en alguna rendija. Luego, las barría completamente. Un día, un compañero no se pudo aguantar las ganas y le lanzó la pregunta lógica: - “¿Para qué ahuyentas las arañas? No ves que si las matas, no tendrás que volver a barrer las telas que ellas fabrican”. Fabián, muy sonriente, respondió: - “Ya lo sé. Pero si las mato se me acabará el trabajo que tengo que hacer.”

Indudablemente, esto sí era justificar las tareas que se hacen, sin importar cuántas veces debían realizarse. Por eso, haz con esmero todo lo que tienes a tu cargo, ya que tanto tú como tu trabajo son piezas fundamentales dentro de la sociedad.

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