sábado, 28 de abril de 2012

"LAS PEQUEÑAS COSAS"


Tú eres lo más importante. El Poder está en Ti

“Octavio Paz decía que la libertad es simplemente la diferencia entre dos monosílabos: Si y No”
Bien se dice que los problemas empiezan en las pequeñas cosas:
Hace algo más de medio siglo, una fría tarde, en Moscú, el entonces secretario general del partido comunista, Nikita Krushchev, denunciaba en el vigésimo congreso de su partido los horrores cometidos durante el gobierno del despótico hombre fuerte de todas las Rusias, José Stalin, muerto tres años antes, después de haber ejecutado a miles de opositores y mandado a matar a todos los viejos compañeros de la Revolución de Octubre, entre ellos el mismísimo León Trotski. Por primera vez, el primer ruso Krushchev contó frente a un centenar de sorprendidos representantes partidarios cómo, Stalin, había encarcelado y torturado a miles de los que osaron oponerse a su autoridad, había ordenado deportaciones en masa para otros tantos y había mandado a recluir a todos los demás de por vida en las cárceles de la helada Siberia. El secretario general relató con detalles los planes siniestros para oprimir a los países satélites de la entonces llamada Unión Soviética, aplastando en cada lugar a las fuerzas rebeldes con el poderío de la fuerza militar del Sóviet. Stalin no frenaría su intención de decidir los destinos de la parte del planeta que quedó bajo su control después de los acuerdos de Yalta. Los que allí estaban contarían más tarde que la situación era tan tensa que, mientras el secretario general leía su minucioso e impresionante informe, podía literalmente escucharse en la sala la respiración de algunos camaradas.

De pronto, una voz se escuchó saliendo entra las cabezas aglutinadas de los dirigentes. La voz preguntaba casi increpando a Krushchev: ¿Y dónde estabas tú, camarada, mientras pasaba todo esto? Todos entendieron lo que la frase insinuaba sin decirlo. Nikita Krushchev había trabajado muy de cerca de Stalin, había sido depositario de su confianza, parte de la dirigencia de aquella etapa estalinista de la Unión Soviética. La pregunta ponía en evidencia que, con su silencio, el ahora denunciante de alguna manera había sido cómplice de las mismas infamias que denunciaba en ese momento. Krushchev hizo silencio y preguntó: ¿Quién dijo eso? No hubo respuesta. ¿Dónde está el que hizo esa pregunta? Nadie contestó. Fue entonces cuando Krushchev dio la respuesta genial a la incómoda pregunta: Ya que no te animas a decirme dónde estás, voy a contestarte a tu pregunta de manera que no te quede duda de mi respuesta. ¿Dónde estaba yo en aquellos días?... Yo estaba exactamente en el mismo lugar y en la misma posición en la que tú estás ahora.

Todos hemos vivido situaciones en las que nos ha sido muy difícil expresar un atropello o injusticia. Es importante despegarnos de algunas actitudes y pretensiones, pero habrá que temer a las pequeñas renuncias cuando no son elegidas con nuestro corazón, con conciencia y con responsabilidad. Es necesario recordar que la libertad es tan importante como para no renunciar a ella ni siquiera un momento. El desafío puede sonar casi heroico, pero estoy absolutamente convencida de que todos somos capaces de mostrar esa cuota de sana osadía.

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