viernes, 13 de abril de 2012

Seguir creciendo…

Nunca debe uno creer que ya ha alcanzado su meta u objetivo más alto, ya que esto lo único que nos aporta es un estancamiento totalmente improductivo que no lleva a ningún parte. Hay que saber disfrutar de los avances o las metas obtenidas, pero nunca ese contentarse debe quedarse simplemente en eso. Esa mejora lograda tiene que impulsarnos hacia otra, y esta a su vez a otra. Tiene que ser como una cadena constante a la que se le van uniendo nuevas y buenas mejoras.
No tenemos que envejecer prematuramente y vivir de los recuerdos, sino que hay que buscar e impulsar nuevos proyectos que nos acerquen a esa meta final.

Hay que seguir avanzando, no quedarse rezagado contemplando los objetivos ya obtenidos. A esos objetivos ya conseguidos se deben ir uniendo nuevos logros.

Para alcanzar esa meta, resulta imprescindible tener bien marcados los objetivos prioritarios, sin que elementos secundarios nos puedan llevar a despistes. Es por eso que nuestras prioridades tienen que tener un objetivo al que tender constantemente.

Con esto no quiero decir que lo que llamamos elementos secundarios no tengan importancia, sino que no deben suponer un obstáculo en nuestro recorrido para poder llegar a centrarnos correctamente.
Pero para que nuestro trabajo y objetivos sigan creciendo y no se atasquen, es imprescindible estar abierto a una formación continua que nos permita seguir en la cresta de la ola.

Además si no somos capaces de escuchar a los demás, de poco nos servirán todos esos cursos y premios obtenidos. La sabiduría, en ningún momento, es exclusiva de una sola persona.

Nunca hay que infravalorar a un compañero, no atender a sus propuestas supone un importante error, en el que por desgracia caen muchos directivos o trabajadores de a pie, que no son capaces de ver el mérito en otras personas.

Además en algunos casos son incluso capaces de atribuirse a sí mismos conocimientos que no poseen, pero que tampoco les interesa atender en otros.

Con lo que no son capaces de ver que esa actitud les perjudica no solamente a ellos, sino a toda la empresa o fábrica en general. Se corta la línea de mejora continua tan perseguida.

No son capaces de valorar e impulsar la escucha activa entre compañeros de trabajo, lo que acaba con ese objetivo de mejora continua.
Por otra parte encontramos aquellos a los que únicamente les interesa el mérito que les aporta una mejora económica, sin importarles otro tipo de beneficios, ya sean personales o grupales.

Todo esfuerzo debe ir encaminado a aumentar la calidad de nuestro producto, nuestro servicio, nuestra presentación etc. En general a la mejora continua de todo lo que rodea y envuelve nuestro trabajo.
No se trata de cambiar todo de repente, sino de estudiar concienzudamente esos cambios, para comprobar que el negocio va a mejor.

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