viernes, 13 de abril de 2012

Placer mental o no

Lo que buscamos determina lo que encontramos. Así como en la infancia nos movemos impacientes por la curiosidad que nos lleva a disfrutar e ir adquiriendo nuevas habilidades y conocimientos, una vez que llegamos a la edad adulta, es como si la diversión por descubrir nuevas cosas se marchitara.

En la edad adulta ya se nos ha enseñado qué debemos pensar y cómo tenemos que hacerlo, de tal modo que aunque nos consideremos totalmente independientes no es del todo así. Nos acomodamos con esas ideas o pensamientos y preferimos quedarnos estancados en eso que confundirnos con nuevas aportaciones.

Es por eso que una de las tareas pendientes que tenemos es aquella que nos permita mantenernos alerta para usar nuestra mente de una forma capaz de generar placer en nuestra vida.
Las formas en las que le podemos dar placer a nuestra mente son innumerables: aprender nuevas habilidades, leer, gozar de un concierto, etc.

Relacionado con todo esto está nuestra capacidad para tener pensamientos agradables que nos faciliten el acceso a la felicidad. De hecho es más importante la forma en la que nos decimos las cosas que nos ocurren que las cosas que nos ocurren en si mismas.
Lo primordial es la forma en la que nos explicamos a nosotros mismos lo que ha sucedido, y cómo creemos que nos va a afectar eso en el futuro. Por poner un simple ejemplo: una persona pesimista ante una situación dolorosa va a generalizarlo y pensar que va a ser algo permanente, mientras que una persona optimista lo verá como al temporal y limitado en sus consecuencias.

El disfrute o sufrimiento tanto mental como físico, en gran medida está en nuestras manos. El diálogo interno que tenemos a lo largo del día es increíble y en gran parte es el causante de nuestro estado positivo o negativo.

Este diálogo interno muchas veces ni siquiera lo exteriorizamos en voz alta o en un diario, por lo que ni siquiera examinamos lo que nos decimos internamente. Además son tantas las voces que escuchamos en nuestro interior que es complicado tener conciencia de todas ellas.

En un momento o con un tema concreto puede ganar aquella voz más rebelde o miedosa, y en otro momento puede hacerlo aquella que busca el riesgo o la guasa.

Este tipo de diálogo interno, tanto si es consciente como inconsciente, determina nuestro grado de estrés, angustia, placer o felicidad. Si pensamos negativamente nos angustiaremos y nos obsesionaremos con ese tipo de pensamientos. Si por el contrario pensamos positivamente, haremos que nos sirva como impulsor. Que seamos más fructíferos e interesantes.
Recuerda que pensar en realidad es ensayar la acción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario