lunes, 21 de marzo de 2011

El lado oscuro de la comunicación

Nuestra sociedad valora altamente la claridad, la seguridad y la honestidad. Sin embargo, tendemos a elegir líderes que son reticentes a hablar de cosas concretas. Alguien que "llamara a las cosas por su nombre" y denunciara los verdaderos problemas - o a los responsables de estos problemas- tendría pocas oportunidades de generar consenso y ser escuchado. Por ello, muchos líderes prefieren emplear discursos más vagos...

Esta "disonancia" entre los valores públicamente expresados y la práctica real es un buen ejemplo del lado oscuro de la comunicación. Este lado oscuro se refiere a varias cosas: en primer lugar, a aquello que no vemos y que permanece en las sombras de nuestra ignorancia, ya sea que no lo observemos o no lo entendamos. En segundo lugar, tiene que ver con acciones que presumimos positivas y valiosas, pero que en realidad funcionan de un modo negativo y destructivo (por ejemplo: la honestidad es un valor indiscutido, pero puede ser destructiva si somos completamente honestos en las primeras etapas de una negociación). En tercero, el lado oscuro revela acciones que -intuitivamente- consideramos antiéticas, desagradables o disfuncionales, pero que de hecho son sorprendentemente productivas.

Por último, el lado oscuro de la comunicación expone algunos "mitos", que a los líderes les sería muy útil conocer...

El mito de la claridad
Este mito circula profundamente en nuestras empresas, gobiernos y relaciones. Conseguir que nuestro mensaje llegue con precisión, es algo a lo que todos aspiramos. "No hacerse entender" aparece como uno de los peores pecados en las relaciones humanas. Sin embargo, en ocasiones prosperamos gracias a cierta dosis de ambigüedad, para hacer frente a conflictos y situaciones difíciles. Por ejemplo, si un compañero de trabajo que acaba de dar una presentación realmente mala nos pregunta "¿cómo estuve?" probablemente le contestemos: "yo no lo habría hecho mejor" o "nunca había visto una presentación como la tuya". Estas respuestas evasivas y aparentemente faltas de claridad nos ayudan a manejar una situación incómoda o "difícil" y a preservar nuestras relaciones.

Los líderes muchas veces tienen que confiar en mensajes ambiguos -o no muy precisos- para unir a grupos diversos. A muchos nos cuesta acordar en detalles, procedimientos, o cosas muy específicas, pero todos acordamos en valores como la libertad, la prosperidad y el crecimiento. A través del uso de este tipo de símbolos menos precisos, las personas se unen tras un mensaje y progresan en el logro de una meta, aunque no todos sepan cómo llevarla a cabo.

El mito de la adaptabilidad
La adaptabilidad (la habilidad de cambiar si la situación lo requiere) es una competencia interpersonal esencial. Pero... ¿lo es siempre? En el mundo del deporte, el profesionalismo se basa más en un desempeño consistente que en la flexibilidad. En muchos campos se define la excelencia por el grado de concentración y férrea determinación de una persona hacia el logro de una meta.

Los líderes muy flexibles pueden convertirse en "camaleones" y cambiar con cada persona que interactúan. Si todos estuviésemos adaptándonos permanentemente a las adaptaciones de los demás, nos volveríamos incapaces de lograr una identidad y tener una conducta coherente. La persistencia y la consistencia tal vez estén fuera de moda, pero pueden lograr grandes cosas si se enfocan en una meta.

El mito de la creatividad
La creatividad nos permite innovar y encontrar soluciones no previstas (nuevas perspectivas) a los problemas. Pero si la tomamos como un fin en sí misma, ella podría traernos problemas. Por ejemplo: los grupos de "tormenta de ideas" pueden generar tantas ideas, que les haga difícil tomar una decisión ante el gran número de opciones.

La creatividad persigue la horizontalidad, pero ocasionalmente una solución vertical es lo mejor para resolver un problema. Por ejemplo, ante un foco de incendio, tomar el extintor y apagarlo es mejor que ponernos a discutir las posibles maneras de hacerlo. Para muchas situaciones, las mejores soluciones son las ya probadas.


El mito de la asertividad
Muchos consideran la asertividad como la clave de la efectividad inter-personal. Esta habilidad nos hace sentir seguros de nosotros mismos, confiados, influyentes, exitosos y carismáticos. Pero ocurre algo extraño... cuando alguien observa una persona asertiva, si bien le resulta competente, también la ve como arrogante, vanidosa y rígida.

Una conducta prudente, humilde -e incluso pasiva- puede servir para equilibrar las disparidades de poder y aliviar tensiones entre las personas. Para un líder, puede ser preferible renunciar a su asertividad y "perder una batalla" (verbal), para ganar la guerra (la confianza de sus seguidores).
Nuestros "mitos" acerca de la comunicación pueden jugarnos en contra cuando los tomamos como verdades absolutas, o recetas para el éxito. ¿Significa esto que debemos ser ambiguos, rígidos, conformistas y dubitativos? Desde luego que no: sólo debemos ser conscientes de estos mitos y utilizarlos sólo cuando respondan a nuestros objetivos. De lo contrario, estaríamos en el lado oscuro de la comunicación.

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