jueves, 31 de marzo de 2011

Entusiasmo

Cuando nuestra vida tiene metas claras y estimulantes, nos llenamos de vitalidad y de una fuerza impulsora capaz de vencer todos los obstáculos. A esta fuerza interior, acompañada de una emoción muy particular, la podemos denominar “entusiasmo”. La palabra “entusiasmo” viene del griego “en theos”, que significa “en Dios”. Entusiasmo significa “Dios en el hombre”. Cuando Dios entra en el hombre, tenemos valores más elevados y nueva motivación para vivir.

Por ejemplo, el Taller de Valores y Virtudes y su sitio en la Web, surge de una profunda convicción y de una visión enfocada en el mejoramiento de la calidad de vida, a través del reconocimiento, el estudio, la comprensión y la puesta en práctica de los valores sociales universales y las virtudes individuales del ser humano.

Puede ocurrir que a todo aquel que muestra entusiasmo en la defensa de una convicción se le reproche que pretenda imponerla a otros, de forma intolerante. Sin embargo, esa defensa entusiasta y fundamentada de una idea no necesariamente sea una imposición. Sentir entusiasmo por algo significa que uno se ve muy enriquecido por ello y desea conservarlo como una fuente de plenitud y de felicidad. Defenderlo no significa imponerlo, sino querer vivirlo y compartirlo con otras personas. Este deseo tiene carácter participativo e interactivo. Un valor no se impone nunca; atrae. El que participa de algo valioso tiende por ley natural a sugerir a otros que se acerquen al área de imantación de tal valor. El resto lo hace el valor mismo, que acaba de atraerlos hacia sí.
 
Es por ello que el entusiasmo está íntimamente unido a la motivación, al deseo por alcanzar los anhelos y deseos más profundos de nuestro ser y nos predispone a enfrentar grandes desafíos y a superar cualquier dificultad u obstáculo que se interponga en nuestro camino, obviamente es necesario añadirle a este valor el ingrediente de la paz.

Uniendo, además, este valor con el equilibrio, la prudencia, la armonía y la constancia podremos asegurarnos de que llevaremos a cabo nuestro accionar sin excesos ni fanatismos, sin caer en los extremos de ninguna índole.

Entusiasmo, como dijimos al comienzo, es tener a Dios en nosotros y a nosotros en Dios, esto es, poseer una mente amplia y abierta capaz de abrazar y unificar todos los asuntos del ser humano y su entorno, asumiendo responsabilidad por nuestros actos cotidianos y sirviendo con amor a una causa noble capaz de beneficiar al mundo que nos rodea.

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